martes, 17 de diciembre de 2013

Fantasmas.

Porque somos adictos a la autodestrucción. Por eso mismo. Porque resulta inevitable embarrar el alma en certezas y recuerdos, en un futuro siempre marcado por las cicatrices del ser, por la espiral en que se embauca el espíritu una y otra vez, sin sentido, sólo con esa inevitabilidad tan perfectamente alineada con el caos más intrínseco, por esa repetición que somos -una y otra, y otra vez los mismos axones, las mismas terminaciones nerviosas, la misma sensibilidad descontrolada-, que no monotonía. Una y otra vez descontrol.
Que no monotonía, digo.
Que siempre la misma entropía pero nunca la misma Irene. Siempre el vértigo aferrado a las muñecas. Que siempre las mismas partes rotas del alma, siempre las mismas heridas -candentes algunos ratos helados-. 
El mismo bucle en cada una de mis entradas, el mismo impulso que me lleva a las -confusas- palabras, para tratar de entender, de comprender qué hago aquí, mirando por la ventana y helándome la nariz, obnubilada por la melancolía desde la coronilla hasta la punta de los dedos de los pies. 'Siempre fuiste así, aunque no exactamente así...' La respuesta más lógica y certera. Pero no basta. Sentiré esta necesidad infinitas veces, de plasmarme en el papel tal cual fui, de llenar vacíos que yo misma he hurgado hasta hacer sangrar....
Hasta desangrarme. Hasta el cielo y más allá. Hasta un infinito sin errores, sin este centro de mi existencia que es el potencial autodestructivo que radica en lo más profundo y latente de mi ser. 
En resumen, que se me acumulan los fantasmas sobre el mismo delirio.
Por eso y por mil cosas más que no sabría explicar sin sentirme cíclica e idiota estoy en este mismo instante absorta, pensando en los fantasmas oscuros y las luces de este bucle infernal y divino, encadenado en un suspiro.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Blí.

Entiéndelo, que los lobos no hablan, sólo aúllan de vez en cuando, cuando los minutos van pesando, cuando se van acumulando irremediablemente los borradores, uno tras otro.

martes, 10 de diciembre de 2013

'He perdido la ambición'

A veces la tranquilidad, la certidumbre de ser (de estar), hacen que parezca que la ambición intrínseca del alma quede relegada a un limbo, cuando realmente sólo está adormecida y siempre presente. Ambición, el día que renuncie a ti estaré al fin en calma, al fin estancada (espero al menos estancarme en un sitio con vistas bellas). Mientras no puedo evitar esta necesidad de más, de superar(me), de superhombre. Ambición como motor de vida en estos mismos instantes. Nunca quietud (sólo aparente). Nunca olvidar que todo, absolutamente todo puede mejorar. Azar, si tú eres fiel yo prometo no cegarme (y seguir viva).

lunes, 9 de diciembre de 2013

Borrador.

A estas alturas y con ganas mil de escribir algo con mínimo sentido y ambición de ser, y no soy capaz. 'He perdido la ambición'. Si no me conociera estaría preocupada. Rachas. Y quien dice rachas dice ausencia del poder de una crisis que me haga explayarme y ser quien soy. Por suerte este silencio también me hace ser quien soy. Las heridas siempre candentes, y las ganas esparcidas por estas cuatro paredes. El alma está adormecida pero no obnubilada. Es todo lo que hacemos lo que nos permite ser quienes somos... pero también lo que no hacemos. 
Mi alma es un conjunto de acordes de Loreena Mckennit muy separados, muy espaciados. Hay una sensación dentro de esta calma que se pasea con holgura en mi conciencia y que ya no me esfuerzo en arrancar. No sé si es que no tengo fuerzas para arrancarla o que, en ausencia de emociones que mantengan mi nivel habitual de incertidumbre e inquietud siempre va bien rebuscar motivos en el subconsciente para permanecer intranquila.

Más borrador aún

Arrítmica, caótica y anárquica. Así  amanece mi alma antes de ser doblegada, domesticada, suavemente, dulcemente... Así anochezco a veces. Control. Nunca dejar ir la peligrosidad de la falta de empatía más severa. 'Más humana', mejor domesticada, querrían decir. 

lunes, 25 de noviembre de 2013

JR

Dale un poquito de sol a este día helado para que se derrame la nostalgia, para que chorree por mis dedos helados, llenos de heridas por un frío inexplicablemente insoportable y bello. Háblame de tus costras y yo te regalo un poco del gris que acumulo. Tan brutales; tu alma y la mía, tan desconsideradas y vanas a veces. Tan delicadas, las pobres. Tan infinitas, las heridas que se van añadiendo a la larga lista de deslices. Tan precisas en su locura. 
Divagar una y mil veces, para no decir nada, para sonreírlo todo, si es que acaso es necesario, y quedarme a medias, en la simpleza de un suspiro por una necesidad candente; la de aferrarme a mi sentimiento favorito sin querer queriendo. No existen lobos alejados de la eterna y oscura melancolía. Siempre se anhela el gris y precioso cielo, o eso dicen. 
Si te dejas fluir siempre llegarás a la orilla donde se embarca la oscuridad del ser, si te dejas ir sobre las profundas aguas de una conciencia a medias con mucho que ofrecer y más aún por callar.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Casi.

Un gran café después de otros tantos, Nocturnes, muchos libros... Viernes raro. Viernes casi domingo y mi alma no quiere parar de estamparse, escaparse y dejarme maravillosamente perdida.


jueves, 31 de octubre de 2013

Pulmones rotos.

¿Existe acaso la felicidad, la plenitud, la satisfacción del alma, lejos de la autodestrucción? Algunos días llego a pensar que sí.
Después la idealista se levanta las 5 a.m., rellena todos los huecos del cuerpo con café, todos los poros de la piel con frío y humo, el alma plena de ansiedad, la mirada de anhelo de desequilibrio. Y de madrugada, ya con el cerebro atrofiado, la idealista sigue despierta por nada y por todo, sigue pensando que acaso es posible la satisfacción del equilibrio perfecto. Pero no lo quiere para ella. Ya es tarde para robarle su poder a los excesos que ofrece la caprichosa vida, la mortal noche y el agotador día. Es una idealista... pero sólo en parte, sólo lo mínimo para apaciguar las oscilaciones sobre el eje de la locura lúcida. Así que cuando cae de nuevo en la cama donde empezó el ciclo rutinario sabe de sobra que nunca será esa persona que pretende y que realmente no desea. Así sigue todo bien. Que suela rozar el borde del desastre no quiere decir que no sea eso acaso lo que busca. Que se revuelque en mitad del chaos sin remedio sin querer no quiere decir que no sea eso a lo que aspira. À la recherche du temps perdu. Toujours perdu.
El olor de una ciudad medio dormida. La libertad como medio para descubrir el alcance de nuestro poder de autodestrucción. Cigarros candentes. Colillas indiferentes. El olor, de nuevo, de una ciudad que aunque se crea despierta en realidad está ya arropada. La calma del desastre. La música dulce, apagada, en consonancia con las luces que titilan ya medio olvidadas.
Escribir, soñar con la ventana bien abierta, fumar. 
'Te amé porque atisbé miseria, porque vi mi propio reflejo cansado en tu frío glacial.' Mi fantasma favorito. 
Porque aunque el mundo me mantenga en pie siempre sentiré ese vértigo, esas ganas de arrancarle las entrañas al universo, de volverme a caer, porque, por si jamás lo he confesado... soy una espiral infinita de chaos. Como todos y como ninguno. No escribir, síntoma de salud que ahora mismo mengua, cuando crece la Luna y las ganas de ser sin ser. Combino a la perfección con esta noche helada, con esta enrevesada sensación de  lejanía. 'Paraíso', que si acaso eso se encuentra está destinado a volver a perderse. No somos aptos para ello, y nunca lo seremos. La feliz satisfacción es mucho mejor, más bella, menos cansada. 
La tristeza es muchísimo mejor y preferible que el resto de posibles estados del alma. Sonrisa y calma. Labios, ojos entreabiertos. 
'Noche, eternízate, consúmeme despacio'. 
Lentamente. Agonízame un poquito. 
Báilame el agua. Pero no me quieras tratando de comprender la mezcla de mis ojos. Somos una utopía. Somos un anhelo de cielo pretendiendo tierra mullida -fango-.


jueves, 24 de octubre de 2013

Il va continuer, le monde, et il aura bien du raison.

Que los dramas se reducen a la histérica fragilidad de los seres que se creen imperturbables; que el mundo sigue y lo importante es aprender a girar con él, aprovechar su inercia para seguir siempre.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Borradores.

¿Qué hacemos con el cansancio?, dime. Muéstrame el mundo desde tu lado, que este ángulo está ya muy gastado, muy moldeado a mis ojos. Lo absurdo de saber analizar cada milímetro del mundo y no saber vivirlo. 

Destrozo de miércoles tarde.

Soy una egoísta. Mi miseria es mía. De mí para mí. Toda mía. De eso no hay para nadie más. Todos tenemos suficiente con nuestro interior, a veces de más, como para recibir de otros. Que si me estrello... nadie tenga nada que ver con mis destrozos. Nunca. 

domingo, 13 de octubre de 2013

Como siempre, domingo para el alma. Distorsión.

Conocer es calma. Calma sobre los desastres, los destrozos. Saber que avanzamos en espirales de discordia es una ventaja. Es despreciable, pero no raro. ¿Qué le voy a contar yo a nadie sobre la miseria humana? Que si acaso yo sólo sufro porque sé de los errores sin preocuparme de los errores. Siempre es por mí. Siempre yo. Siempre tú. Cada cual en su irreal universo de principios y valores. No nos han dicho lo suficiente lo ridículos que somos vistiendo este traje de honor. No he dicho lo suficiente lo fácil que es hablar del mundo colmada de placer. Todo es fácil y prescindible. 
'El cerebro coge todo lo anterior y hace un promedio, así sabemos el grado de aceptabilidad de los recuerdos. Por eso idealizamos, y en consecuencia todo tiempo pasado fue mejor.' No confío en mi memoria, ciertamente. Sólo en el tiempo, el ser potencialmente, el ser en acto, la necesidad de rodar con el mundo. Miseria, belleza. Pero que aún no haya llegado... Que aún pueda ser cambiada. No confío en lo inamovible de la idealización. 
Que todo lo que tenga que salir bien saldrá bien. Te cambio tu calma por mi desastre. Mi aire por tu calor. 

martes, 1 de octubre de 2013

Hasta que se demuestre lo contrario.

Qué duro es andar por la calle con un 'PRINGAO' tatuado en la frente. Algunos al menos tenemos, sin mérito alguno (sin querer queriendo), la etiqueta de 'CABRÓN' grabada justo debajo (entrópicos, obtusos, confusos, chaóticos). Lo dicho; todos pringuis hasta que se demuestre lo contrario. Se requiere mucha inconsciencia, mucha ignorancia, para poder ignorar el picor de las letras en la piel.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Ningún domingo es bueno.

Llorar, dice Benedetti. Por no importa qué clase de miseria. Llorar. No, no puedo cumplir la misión. Me siento tan agridulcemente estancada entre la luz del día y las pesadillas; tan irremediablemente perdida, alejada del rumbo inicial de la travesía. No sé cómo, pero he acabado en un manicomio, con un puñal entre los pulmones, en forma de tiempo, de rotura alada, de insomnio, de eterna melancolía que se desparrama por el suelo, en forma de poema, de aire desquiciado. He perdido el rumbo en el mundo atemporal de los oasis maquiavélicos, las noches infinitas y el placer agridulce de la perfecta irrealidad. Absoluta irrealidad. Soñada irrealidad. 
Cansancio, muerte dulce de cansancio, desangrándome en palabras, una a una, poco a poco, construyendo un infinito de ellas, como si así, al final del inmenso trabajo, hubiera un pequeño recodo de paz, un descanso, un tropiezo en la interminable caída. 
Respirar, simplemente a la búsqueda del vacío, del silencio que queda en la ausencia de agitación del alma. Hallar la satisfacción feliz en la semiparálisis del espíritu. Demencia es pretenderla. Locura, sólo una sucesión de pequeñísimos éxtasis para mí. Sólo vivir sin pausa para evitar que el silencio rompa el equilibrio de esta perenne y agridulce forma de volar. 

domingo, 22 de septiembre de 2013

Domingo un poco apagado.

Los dedos del tiempo sobre mi pelo. Eterno septiembre, que parece que se fuga y nunca se va. No logro zafarme de él. Por suerte y por desgracia. El frío, que ya se va colando entre los labios cuando, mirando un poco al frente, un poco a ningún sitio en el balcón, hace creer lo contrario. Pero no. Octubre no existe. Mi calendario está lleno de eterno perecer de flores, de eternos despertares de la siesta, de canciones tristes que alegran las sonrisas agridulces. Si pudiera definir algo con claridad, con certeza atemporal, sería para decir que el poeta es aquél que se estanca dentro de un torbellino y se dedica a gritarle al tiempo y al espacio, siempre omnipotentes, omnidestructores de toda conciencia de equilibrio. Siempre septiembre.
Susúrramelo. Dímelo una vez más; que tener el vello erizado es la misión y lo imposible es un regalo. Mi corazón se llama septiembre. Y si hay que tener fe en algo, es en la voluntad de ser, aunque a veces, o casi siempre, se fugue -no sé si por miedo a la soledad, por adicción a los altibajos-. 
Laisse saigner. Que los pulmones se desangren, se vacíen, que se vaya todo el aire. Secar el alma. Déjame sólo las ganas de seguir respirando en este helado septiembre, a solas con la agridulce melancolía a la que me encadeno para siempre con horror y placer, en el limbo entre la agonía y la concupiscencia de l'âme.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Tardes.

Qué alta la caída; de los labios al corazón y de ahí directamente al suelo, a desparramar los sentimientos por el suelo, que me van sobrando y faltando. 


Post luna llena.

Me despierto todos los días dedicándome un minuto cara a cara con el espejo. Me escruto, me vigilo sentada en la cama. Voy estirazando los párpados, el ceño, normalmente, frente a mi reflejo cansado.
En silencio voy determinando detalles, voy olvidando los sueños o pesadillas nocturnos, me voy haciendo al calor de la habitación, a las sombras que deja la penumbra sobre los enredos de mi pelo.
Me vuelvo eterna por un momento, pensando que mis ojos, al igual que cualquier parte del alma, carece de sentido propio una vez es extirpada. Cualquier parte parece ridícula fuera del caos, del chaos perpetuo que nos agobia, pero que no comprendemos. Descartes aquí no nos sirve, pues el problema o virtud sólo puede ser real si se lo mira al completo. Cada detalle que se escapa a la totalidad está falta de movimiento, de latido propio. Que un beso por sí solo no significa nada, que una mirada al vacío sólo es indiferencia, o algo así. Me vuelvo eterna pensando en tonterías, hasta que llega la típica pregunta... ¿es realmente esto lo que quiero ver por las mañanas, es realmente lo que alguien que sea yo sin ser yo apreciaría? 
No hay momento del día en que me sienta más fuerte, o quizás más lejos de los dramas nocturnos, de los dolores en partes extrañas del alma, de la locura sin remedio de los lobos cuando aúllan. 
No hay momento del día en que me sienta más segura de lo enorme que es mi alma, ya que de tantos cachos carezco a estas alturas.
'Así son los ciclos de soledad.'

viernes, 16 de agosto de 2013

Sucumbo.

¿Dónde estás, cariño? Que ni puedo escribir y no te encuentro.  ¿Dónde estás?, que si digo la verdad echar de menos es mi hobby favorito. Juega conmigo. Que si este momento agridulce tiene algún sentido... No, ya sé que no lo tiene. Miro a la Luna, ni ella sabe... Me sabe la boca a sangre; me he vuelto a morder hasta sangrar. Y así me va. Escribiendo sin sentido, sin ganas de esconderme ni de esconder que se me corre la pintura. Por ti o por cualquiera, me da igual. Borradores, que ni tú ni nadie conocerá. Mi alma está obtusamente calmada. Qué quieres que te diga, si las ganas se me escapan por los poros, y no soy capaz de volverlas a encontrar. Ni a ellas, ni a mí, ni a estas lágrimas locas que corren sin sentido, como imitando estas palabras, más borrador que entrada, más locura que ganas, más cordura que este grito que me sale. Sucumbo. 

Psociópatas.

La regla de oro: no tomarse nada como algo personal. Qué difícil, si todo lo que veo, leo, percibo, soy yo, es este éxtasis, estas ganas de llorar cuando algo me conmueve como si fuese mío, como si me erizase el vello a mí misma desde dentro; desde estas ganas de ficción y cordura. 

martes, 6 de agosto de 2013

Si me sueltas entre tanto viento..

Es cierto, muy cierto que si muchas veces me maquillo es para que me reconozcan menos. Cleopatra desconocida. Los ojos más grandes, los labios más rojos, la tristeza más profunda, la sonrisa más amplia y las piernas más largas. Tampoco me reconozco yo. Lo gracioso es que me he alejado tanto de mí que sin maquillaje tampoco me encuentro. Sólo soy capaz de sentir mi esencia delirante haciendo espirales sobre sí misma, con ese vértigo en las venas de los antebrazos, con esas ganas locas de pararme a ver si mis lunares te echan de menos. 
No hay forma humana de llegar en calma si no es con cansancio. No hay forma de acostarme y dormir si no es con un suspiro enrarecido. El aire es árido y me desgasto. Todo desemboca en borradores infinitos, en miradas a la Luna y en no querer dormir nunca sola. Mis pensamientos se pierden y siempre desemboco en los mismos mares, en los mismos océanos en que la belleza de la existencia se esconde tras el dolor intenso de encontrarme  y nunca tras alguna certeza. 
Irrisoria es la conquista del serio mundo. Que no hay tristeza que por bien no venga. Quiero escribir cosas felices, pero es esta nostalgia, esta melancolía, arraigada a mi ser, que me hace desear lo improbable del pasado que nunca ha existido, del futuro que podría ser y nunca será. 
Palabras sin nombre, sin dueño, sin intención. Mis dedos, que se escapan, trazan un futuro arrepentimiento para la mañana próxima. 
¿Delicia? Delicia es siempre perdición, un conjunto de terminaciones nerviosas en que placer y horror se funden. 

martes, 30 de julio de 2013

Dehors.

Mi desgracia es no saber dar portazos al salir... Asomarme al infinito, al vértigo eterno sólo tras cerciorarme de haber dejado la puerta entreabierta, los susurros a medias. Mi cerebro es horrible en muchos sentidos. Hay polvo y sueños dentro, todo impregnado de un gris lúgubre que me hace tener escalofríos por las esquinas, que me hace sentirme fuera del mundo sin remedio. Hors du monde. Hors de moi. 
'Arretez le monde! Je veux descendre...' pero al revés, por una vez. 

Romeo and Juliet

El día que deje de llorar con esta canción seré apta para volver al mundo de los mortales.

viernes, 26 de julio de 2013

Cincuenta y nueve kilos de enajenación.

Llegan las siete y ya no queda nadie, ¿sabes? Llega el amanecer y las ojeras. Se van las ganas y llegan los suspiros. Hay un impresionante tráfico de sensaciones en lo aparente de este silencio. No queda conciencia. No hay neuronas que no tiemblen. Ni sueño ni ganas de seguir despierta. Sólo autodestrucción. Sólo errores. Sólo maquillaje churreteado; ojos de gato. No queda música y del alcohol persiste el dolor más arraigado al estómago, sabor a ácidos, la torpeza.
Nadie es capaz de ser feliz junto a un cúmulo de caos perpetuo. Nadie quiere entropía para sí. Y yo la tengo toda en mi poder. Con el sabor de la bilis se mezcla el humo ya extinto, el odio perenne. Vaya horas más extrañas para ser persona.
Miro al techo. Sin remedio. Con ganas de ser y de no volver en mí. 'Bienvenida al club'. Las venas me palpitan, la razón se me enajena. Será mejor así, al menos mientras siga consciente. Consciente sin conciencia de ser, que también me vale. Se me evapora la sangre, el estómago clama palabras para ordenar el mundo.  
Es curioso que la persona más perfeccionista y maniática guarde bajo los dedos tal cantidad de desorden. Y sin embargo nada de una máquina del tiempo. Así me va. 
Me cuesta, no puedo asumir que esa cosa temblorosa del espejo sea yo. La puta insensible que sólo era capaz de sentir por cosas no humanas. Y aquí me hallo, desconocida, con los labios hinchados, la mueca confusa, en bragas, con 59 kilos y ningún valor emocional. Estoy muy rota, ¿sabes? Vuelvo a tener las palmas de las manos hinchadas de clavarme las uñas. Y aún parezco fuerte, no me explico cómo realmente he cambiado tan poco por fuera estando tan vacía. Aún tengo color sobre la piel. Sin embargo, ni módulo, ni dirección, ni sentido. Sólo algo que fui. 
El sol sale por el este y por todas las direcciones. Se estrella en todas direcciones. Ojalá no saliera por ninguna. Ojalá perpetua calma nocturna que me arrope. Ojalá fresco de la madrugada para mezclarlo con el dolor de pulmones. 
Llegan las siete y se hace de día otra vez más. Vuelvo a prometerme algo mejor. Soledad. No quiero nada. Volver a ser, como deseo a pedir a esta estrella fugaz que es el rocío evaporándose cuando el calor brota y no me deja dormir sin sudar todo este desorden, para que se desparrame aún más por el suelo conforme las horas se arrastran entre los enredos de mi pelo, entre los remolinos del aire que a duras penas sale y entra desordenado de mis labios, que más tienen que callar que sonreír.
Las paredes, la cortina, la persiana y la poca claridad que se cuela por debajo, la cama y toda la ropa por el suelo, los peluches expectantes y los cojines solitarios, todos los libros de las estanterías y los gatos que me observan desde la pared, todo es caos al contacto con mi existencia. Más me valdría agachar las orejas y encogerme un poco más. 
Es ese semblante triste y moribundo al otro lado del espejo de lo que quiero huir. Me da miedo ser. Me da miedo porque nunca alcanzaré lo que me he dejado varado en el pasado. Todas las palabras que no he dicho, todo en lo que podría haber utilizado este perfeccionamiento tan estúpidamente inútil. 
Y aquí estamos, amando la brisa que se cuela bajo la persiana. Odiando la luz porque significa día. Significa volver a ser sin querer ser, y hoy de regalo sin dormir. Me frotaré en la bañera muy mucho esta tristeza, para al menos camuflarla de gel y ser humano. 

miércoles, 24 de julio de 2013

Luna (casi)llena.

Las horas, que se alargan, que se acortan bajo el influjo lunar. Los dedos me huelen a discordia. Todo es desastre y no encuentro ni respuestas ni monstruos bajo la cama. Las uñas en la palma de la mano, bien clavadas, bien tranquilas. Cada instante me grita. Me grita coordenadas precisas. Hasta el desmayo las evito. Hay lugares para la tristeza y canciones para la melancolía que nos arrastra en todas direcciones. El tiempo deja de tener valor. Tengo un miembro fantasma. Sí, de esas partes del cuerpo que cuando la pierdes la sigues sintiendo. Yo pienso que el corazón aún me late, quiero creerlo aunque sé que no es cierto. Si gritase lo que quiero... Ojalá no pudiera resumir mi existencia en un ojalá. En un conjunto infinito de ojalás. Me queda tanto por decir... Me queda por quitarme de la cabeza la necesidad de acariciar, de arreglar. Alejarme de la entropía. Caigo sin remedio en el desastre. Sinsentido. Estamos demasiado rotos. Andar sin sentido por la ciudad, buscando un nosequé, un pegamento, que sea capaz de sostener el mundo de nuevo.
 'Sí, lo que yo soy sería insoportable si no pudiese acordarme de lo que he sido.' O eso dice Pessoa. He sido una persona, creo.
Déjalos por ahora que sangren.

martes, 23 de julio de 2013

Entropía

Horror es no ser capaz de hilar unas palabras con otras. Igual que hace diez minutos. Igual que esta madrugada mientras el techo blanco, mirado y remirado, era quizás lo más aproximado a expresar lo que siento. Sin palabras la soledad se vuelve un manicomio. Así que será mejor que lea. Por delirio esta vez. Por miedo camuflado.
Horror es no poder arrancarme los nervios, la confusión. Horror es no disponer de certezas de reserva.
Esta vez la entropía me caza en cada movimiento; me evaporo y sólo lo empeoro. 
Hoy no sé escribir, y hago como que tampoco sé pensar. 

Never reaching the end.


domingo, 21 de julio de 2013

Respirar porque puedo.

Y puedo afirmar que mi propósito, mi objetivo, ahora mismo es volverme invisible. Desaparecer. De mí misma no, me conformo con que sea del mundo. De lo que es, fue, mi mundo. Respirar muy despacio, con discreción. Que tras las cortinas de mi cuarto no se vea que dentro sigo existiendo. Mentira a medias. 

martes, 16 de julio de 2013

Por aquí andamos.

Quiero dejar todo plasmado en palabras, pero no puedo. De pronto vuelvo a no saber. A no saber ser yo, ni fuerte ni arrogante ni ordenada. Soy tan débil, somos tan frágiles. Tan infinitamente frágiles. Escribo esto y se me frenan los pensamientos. No sé seguir. Para qué mentir, todo instante es agridulce. Cada cual a sus asuntos y mañana será otro día. Sé lo que quiero para mí, pero me pierdo en saber qué quiero de mí. Palpo los límites, los encuentro, los pierdo, gano. Sufro porque el dolor es inevitable. Sufrimos porque hay que crecer. Escribo porque hay que ordenar los chispazos difusos del alma. Me pierdo porque no sé vivir de otra forma. Andamos a ciegas. 
No sé dónde acabaré ni tampoco me interesa. Sólo me interesa leer, leer y no saciarme nunca, leer por miedo, por amor, por delicia, por delirio, por sueños, por evasión. Leer el camino a la locura que lleva tatuado el aire y que sólo a veces es visible. 
Bach, no me dejes sola. Que septiembre llegue, que ya será otra historia. Pase lo que pase. No sé ni de qué tengo miedo a estas alturas.
Palabras formales que esconden sueños retorcidos. Hombros desnudos de almas encadenadas. Libros abiertos, páginas quemadas. Sobre el piano falta el polvo que se acumula en otros lares, en otros centímetros del altas del misterio humano. Sobre el piano sólo mis dedos, los mismos que se pierden en los susurros que se les escapan a las almas airadas. 
De noche el mundo casi siempre es mío, por la mañana ya es otra historia. Amanecemos siempre confusos, siempre ojerosos y errantes. Pasan las horas y todo se vuelve camuflaje, disfrute y horas raras. Disfrute y locura. Disfrute y confuso dolor. Dolor y sueños. Sueños y dolor. Y poco a poco, enmendando errores, poco a poco parecemos más personas, aunque nunca lo suficiente. 

miércoles, 26 de junio de 2013

FM

Que hoy sólo existe el temblor de mis dedos, el aletear de mi nariz en busca del olor que mueve el mundo. Se me desparraman los sentimientos.

Can I.?

Que entender las canciones de amor es una mierda, y eso es un hecho. Sólo me siento bien en mi piel cantando, con susurros a la deriva en la brisa, por ver si llegasen a tus labios, repitiendo, repitiendo hasta la obsesión, hasta la saciedad y el abandono. No sé qué hacer para sentirme persona, que no puedo librarme del dolor enraizado a las venas, sucias, despojadas de oxígeno. Repetir la melodía hasta dejar de ser, hasta dejar de estar, hasta secarme poco a poco, dulcemente, como si el mundo ahí fuera siguiera existiendo y pudiera encaminar mi grito ahogado a algún lugar lejos de esta miseria, de esta locura. Ojalá yo reaprendiendo a respirar, ojalá yo sin nudos en todos los poros de mi alma. Gritar. Gritar. Y que el grito no calme nada. Consumir, consumirme hasta el abandono, hasta el moribundo deseo de explotar entre tus dedos.

lunes, 24 de junio de 2013

Click.

Es extraña la sensación de que de un momento a otro vomitaré el estómago, de que acabe llorando el corazón esta noche, que los pulmones no parecen bien pegados a mi caja torácica. Complejo de gato, de gato que maúlla sobre el tejado, sobre un cubo de basura. Mirar a la luna y pedirle que se calle todo lo que me ha visto llorar, todos los gritos que he logrado tragarme. Nunca, nunca me había sido tan duro andar a la deriva, bajo la mirada triste de las estrellas, escondida en la oscuridad del fresco veraniego, procurando que mis errores no se rían de más de mí. Ni mi cama me soporta, me echa a patadas. O será la inquietud, las ganas de que acabe esta noche y comience otro día igual, con la promesa de un ojalá, con la vana certeza de la niebla entre los dedos, a sabiendas de que este dolor no acaba más que de empezar, y que, si alguien puede hacerlo crecer, elevarse hasta el máximo exponente, lo hará sin dudar. Es hora de pagar los intereses de las deudas, todas las noches que he dormido tranquila a lo largo del año. Bola, masa de dolor informe que se pasea por mi pecho. Y así se plantea la noche, y el día, esperando, repito, a vomitar el estómago de un momento a otro. El dolor es un ente extraño e inmortal si lleva tu olor. 

...

Ojalá, ojalá hubiera modo de librarse de la miseria inherente al ser. De los errores quizás. Ojalá pudiera evitar acabar estampándome siempre. Crecer, enmendar los errores, volver a aprender a hilar los pensamientos, volver a pensar, volver a ser persona. Reaprender a escribir todo esto que siento, reaprender a limpiarme las venas de este dolor que siento al ver tu nombre en cualquier lado... Ojalá tantas cosas.

martes, 11 de junio de 2013

Y callar.

Abrir la ventana para ahogarme y respirar a la vez. Para gritar que todo irá bien, que hoy estoy un poco sentimentalista, un poco perro enfurecido. Susurrar que ojalá el mundo no me deje en el olvido, que no soy nadie fuera de allí, como mucho un gato de mirada invisible. Calma. Que hoy mis dedos tienen un extraño tic, parecido a una caricia. Que hoy me siento a medias el zorro domesticado del Principio, pero sólo a medias.

martes, 21 de mayo de 2013

Estar vivos, pero a qué precio.

¿En qué momento de mi existencia he perdido el rumbo? ¿Cuándo he decidido que ya no sé decidir nada más? Que ya no sé si soy extremadamente fuerte por no volverme loca, o extremadamente débil cada vez que acabo temblando de rabia y miedo a la vez. ¿Cuándo me he vuelto mortal? Leo esto y me da frío en los pies. Todo el mundo es capaz de escoger sus errores, pero yo, yo... ando perdida, eso es todo. 
Lo sé cada vez que miro por la ventana, y tengo esa certeza de que te crees que no estás, pero estás, y supongo... ¿a qué viene ese 'tú', esa personificación de los delirios?¿Qué tiene que ver un tú con que yo ande perdida? Ojalá, ojalá fuera lo suficientemente astuta para saberlo, o al menos para admitir que lo sé. 
No sé, no sé cuántas veces es necesario echarse a llorar en mitad de una frase, no sé si es sano o acabaré tratándome a mí misma en el psiquiátrico. Gritándome, amándome, arañándome hasta alcanzar... ¿una certeza? Una certeza que no sea miedo al futuro. 
Odio escribir esto, pero cuánto lo necesito por encima de pegarme con las paredes, de gritarles todo lo que no soy capaz, por encima de enfrentarme al vacío. 

lunes, 20 de mayo de 2013

Antagonista.

Y ahí está siempre ella. Frente a mí. Despeinada y con el rímel destrozado. La sonrisa en la cara y el brillo en los ojos. Y tengo que odiarla, porque esa es mi misión. Tengo que negar el chaos. Y aquí está ella. Siempre está cerca, a veces henchida de poder, otras de furia o de amor. Y tengo que odiarla si quiero seguir siendo un ser racional, la hermana buena, la protagonista dulce y gris. Tengo que odiarla aunque la ame, porque creo que todos en realidad amamos nuestra mitad de caos. La odio mucho en presencia de mi conciencia, pero la acaricio mucho cuando estamos solas. Acaricio cada parte de su cuerpo, de su alma, de mi alma, y la amo, nos amo. Nos amo mucho. Yo soy la racional, y hoy llueve un poco. Y no sé cómo seguir escribiendo si ella no me altera, si no me tira desde el abismo y luego viene a lamerme las heridas.
¿Y si acabásemos alguna de nuestros encuentros en una guerra a muerte? No sé, no sé cuál de las dos ganaría en un combate sin retorno. Yo podría gritarle hasta volverla ínfima, ella podría arrancarme el corazón, desangrarme pintando con mi dolor todas las paredes, yo podría anularla, darle golpes a su espíritu hasta destrozar el mío, podría atarle el alma a las zarpas de un león, y ella podría estallar en risa o en llanto hasta que mi voluntad se quebrase. A fin de cuentas, sea el caso que sea, las dos moriremos, frente a frente, con el odio y el amor tatuado en los labios, nos destrocemos como nos destrocemos... Porque sé que la guerra será entre ella y yo, y si la destruyo gano y pierdo, y si me destruye muero, ella conmigo. 
Esta noche tenemos una cita para tirarnos en la cama a mirar la luna, para respirar despacio, para estar en silencio hasta que una de las dos pierda y se eche a llorar, en brazos y heridas de la otra. Y al fin y al cabo... siempre tenemos que esperar un estallido para seguir caminando juntas. Creo que hoy me toca a mí gritar hasta sangrar las cuerdas vocales y escupir en forma locura transitoria todo este chaos.

Will you still...?







domingo, 19 de mayo de 2013

Diez confidencias.

1. Hay situaciones determinadas que pueden hacer que no reaccione durante horas. 
2. Yo también he pasado esa época en que se dice que te enamoras 'del alma' y no 'del cuerpo'. Confusión. 
3. No sé qué sería de mí sin los libros.
4. Muchos días pienso que es un milagro no haber salido más asocial después de todo. Muchos días me reprocho ser tan asocial, casi sociópata.
5. Mi récord de siesta está en 6 horas largas.
6. Es posible que la página de un libro me haya cambiado más que la mayoría de las personas que conozco. Es posible que me haya enamorado más fácilmente de una palabra que de un ser de carne.
7. Aún no sé qué pensar del amor.
8. En cuanto puedo llevo el perfeccionismo a su máximo exponente, nunca la manía.
9. Los días que duermo tranquila me reprocho no disfrutar del insomnio y aprovechar la noche. Los días que tengo insomnio maldigo cada minuto y me desgarro un poco mirando por el balcón. 
10. Vivo enamorada atemporalmente de 'Réquiem for a dream' para piano. Sin remedio.
11. Me parece que escribir esto es una estupidez, pero hablar de uno mismo siempre sirve para organizar las ideas. 

jueves, 16 de mayo de 2013

Cuando quieras arrancamos.



Pero se asustó, ¡cómo te retumba el pecho!,
tranqui, sólo es mi maltrecho corazón,
que se encabrita cuando oye tu voz.

lunes, 13 de mayo de 2013

.

Cuando por las tardes lloro parezco un caballo albino. Algo completamente diferente al zombie luchador de las cinco de la mañana. Un caballo albino un poco estúpido, que ni sabe para dónde tirar las coces. 

domingo, 12 de mayo de 2013

Franja horaria solitaria.

Empezar el lunes pensando en tus delicias, mis errores. Con las ganas abiertas a una derrota más, pero sólo si es noche de luna llena, sólo si tengo que perderlo todo. Mirar por la ventana, porque aún es de noche, porque soy la única que no está soñando, al menos no dormida. Porque mis confidencias, entre el papel y el cielo ennegrecido, la aurora helada, rebotan en todas las paredes, y escapan. Y ojalá yo tras de ellas, para atarlas, encadenarlas, ridiculizarlas ante la razón, ridiculizarme a mí misma en pos de una certeza, que puede ser la calma.

sábado, 11 de mayo de 2013

Sábado enrevesado.

En un rincón tirado está mi instante, mi minuto, mi rato largo. Allí estoy yo, atada a él. Es duro estar condenada a perder el tiempo, ¿sabes? Condenada a saber que las batallas están perdidas antes de jugarlas. Sí, de jugarlas, pues no puedo tomar en serio lo que se desmorona a la par que lo hago yo, a la par que me desangro en montoncitos de arena que siguen perpetuamente encadenados a la religión que adora a la esquina donde desde un inicio estuve atada. Adoración de la vida como valor decadente, como único valor, y, por ello, considerada como epicentro del mal, como referencia del bien. Y es que es complicado notar en las venas cómo se escapa el tiempo. Pesa la certeza de saber que en cuanto me vaya será porque nunca he estado ahí. No estoy segura de que exista siquiera el lugar en que permanezco. 
Yo, que siempre me he quejado de los hombres que luchan por ideales ciegos que los dejan sordos, y héme aquí, enterrada a mil metros bajo una trinchera, luchando en el mismo sitio pero con otro nombre.

viernes, 3 de mayo de 2013

Ñau.

Escribir es creer en esa falsa posibilidad de hacerle comprender los chispazos del fondo del estómago  a un interlocutor al que no le importa lo que grites. Al menos hoy lo es.
Escribir el caos es ese paso para cruzar al otro lado de la ventana, al lado donde sopla el viento de la tormenta.

Relámpagos. Truenos. Llámalo viernes frío.

'Destruyamos el mundo'. Como amenaza al cielo, como promesa a una sonrisa, como respuesta al estímulo de notar tu aliento invadiendo mi espacio vital. 'Esta noche, a la hora de Cenicienta, en el fin del infinito, para colorear el viento, para elevar a mil los truenos de esta tormenta...' Y serás capaz de reírte. Serás capaz de tomarlo a broma si no me miras a los ojos cuando lo digo.
'Destruyamos, incendiemos, hagamos explotar el mundo...' A la hora de los sueños, a la hora de la sonrisa involuntaria, prendamos la mecha cuando las fuerzas del subconsciente estén desatadas, en plena actividad febril. Hacer del deseo la destrucción del universo, y de la destrucción la forma más bella de creación. 'Renáceme de tus cenizas', te digo sin querer queriendo, queriendo sin querer. 
'Dame un motivo y destruyo el mundo'. Qué ostentoso, ¿no? Qué febril, qué descarada forma de gritar sin gritar todas las ganas sin dueño. 'Dame un motivo y te construyo el universo'.
'Enrédame el pelo, por favor. Péinamelo con tus dedos temblorosos, hazme creer que soy infinita a cada nudo'. 
Esta habitación está demasiado llena. Id saliendo poco a poco y ordenadamente, no quiero líos. Me conformo con truenos y relámpagos a solas. Electricidad de mí para mí. Para destruirme y crearte entre mis dedos, como una ilusión perenne. Ilusión, deseo, delirio... que ya ni sé a quién le hablo. 
'Destruyamos el mundo... Sin motivo siquiera...' Te lo repetiré hasta que te obligues a creer que el mundo estallará de un momento a otro, y quizás lo odiemos, quizás sea un increíble conjunto de fuegos artificiales al fondo de nuestra retina, pero te aseguro, te prometo, que si no sobrevivimos -y no sobreviviremos-, al otro lado de la mirada felina de una luna tremebunda y solitaria seremos una certeza para nosotros mismos y una posibilidad de dimensión paralela para el resto. 
'Dame un motivo y destruyo el mund... el universo, y si no me lo das, cualquier sonrisa me basta'.


jueves, 25 de abril de 2013

Para disfrutar del día, recuerda:

El material líquido de que se componen los sueños, son, efectivamente, las lágrimas, y el amor que sobra son gritos al vacío.

Que nunca supe ni sabré...

Qué bien se moldean las palabras en lagunas de lágrimas cálidas. Son tan dóciles, tan frágiles y desvalidas que me dan ganas de apretar los dedos, los labios, los dientes, los ojos, hasta destrozarlas todas. Y silencio. El silencio más vacío posible, para extender la angustia, para hacerla parte del infinito, del callado infinito, para pintar sus paredes de un púrpura mortecino y apagado. Infinitamente triste. 
Que por las palabras vivo, que por las palabras me pierdo y luego no sé dónde buscarme.

miércoles, 24 de abril de 2013

Descubres lo que es obsesión cuando me encuentras por primera vez luchando contra la entropía del universo. Descubres lo que es torpeza. Sin cejar nunca, para que el caos se ría bien de mí.

domingo, 21 de abril de 2013

Domingo de utopías.

La mejor parte de mi yo, la menos rota, la que merece la pena, no está dentro de mí. La tienen otras personas (me la han robado), para bien y para mal. Para que cuando esté con ellas sea paz, eirene, y para que cuando me quede sola cunda el maravilloso y estúpido caos. Por eso me caigo bien, porque lo que más queremos es lo que no tenemos, lo que de vez en cuando acariciamos pero nunca será nuestro.
A los inamovibles también nos pierden las utopías.

sábado, 20 de abril de 2013

Take it more slowly.

Maquinarias, lentas, pesadas, que van desatándose poco a poco, mientras se engrasan con el material líquido de los sueños. Inexorables. Con objetivos cambiantes según el viento, pero con una esencia invariable. De movimientos suaves. No olvidan, no perdonan, no se detienen, suspiran, se alimentan de lágrimas propias, no se dejan ver si no hay luna llena en el cielo de los perdidos. 
Qué miedo y qué anhelo. Soñar y tener pesadillas a la par con la inamovilidad de una pesada e insoportablemente carga, que son los sueños sin nombre, las ganas sin dueño y las noches vacías.

martes, 16 de abril de 2013

Corre, ahora que la Luna no mira.

Dicen que los borrachos dicen la verdad, que de noche todos los gatos son pardos y que el deseo siempre es el mismo. Que nuestros oscuros designios son invariables. Que si eres oscuridad no puedes evitarlo. Que si eres tristeza, tristeza son tus ojos. Volvemos al pozo del que salimos cada amanecer como zombies. Tristeza, peligro. 
Que las buenas personas existen, aunque eso me lo creo menos.

..

No crees que algo pueda salvarte, y aun así lo esperas.

Tic tac. De nuevo.

A veces vuelo, ¿sabes? Me despego del dolor y soy capaz de verme desde el techo de la habitación, tirada sobre los libros, derramando sobre las páginas un qué sé yo húmedo. Siento algo dentro de mí, pero lo achaco a estar viendo una escena tan arrastradamente triste. Veo mis decisiones desde fuera, pero no las tomo yo. Y a veces me grito a mí misma que debería perderme, pero no en el sentido que lo estoy haciendo en este instante. Me veo bañada por la luz que se cuela a través de las cortinas y sé que bajo el pijama la debilidad va cogiendo forma en formato de grito ahogado. Llora cada poro de mi cuerpo. 
Todos los minutos del día me los paso pensando en esa terrible distancia entre mi yo del techo y yo. Hacía tiempo que no me sentía tan sola. Desorientada, tal vez. Es terrible pensar, ¿sabes? Es terrible saber dónde me encuentro y que no puedo salir de aquí. Es terrible cuando una distancia insalvable es tan pequeña. 
A veces, hora sí hora también, soy capaz de despegarme de mí misma y gritar desde un cuerpo astral que necesito otro universo, paralelo quizás, donde poder caer muerta. 

jueves, 11 de abril de 2013

Jueves.

Hoy, sinceramente, desearía fervientemente tener una casa para mí sola. Gigante. Para que mis gritos resonasen por todas las paredes, creando una dimensión nueva para suspirar un poco. 
Ojalá desaparecer, sombra de la sombra.

domingo, 7 de abril de 2013

Please.

¿La salida, por favor? Claro, al fondo a la derecha. Sí, el mismo callejón, el mismo muro. 
Es extraña la cantidad de dolor que el cuerpo puede aguantar sin quebrarse, o al menos resistir sin parecerlo. Ojalá, ojalá algún día pueda enorgullecerme de haber sabido enfrentarme a mí misma. Por ahora no puedo. Por ahora me conformo con este silencio desde la cama.
Silencio. Rebota contra las paredes y vuelve a mí en forma de calma, de una extraña paz alquimizando mi cansancio en sueño dorado.            
Quedarme dormida sobre las teclas es un placer. Siempre y cuando no sueñe con lo que escribo.

domingo, 24 de marzo de 2013

Delicado.

La delicadeza a veces se desparrama por el borde de la cama, conquistando el suelo, volviendo frágiles todos los objetos de la habitación. Lo hace tan calladamente que se convierte en apenas un cosquilleo, un susurro en los labios de la penumbra. Cuántos aromas se entremezclan en el claroscuro de una habitación si además del vaho se escapa el calor de la angustia, se despega de la lengua y va a estrellarse contra todas las paredes. 
La enfermedad es la cura, y el alma peca de silencio bajo el pesado grillete de las heladas cadenas que se ciernen bien prietas alrededor de las muñecas. ¿Es acaso necesario librarse de ellas para poder volar? 
Delicadeza, sí. Para ir paseando de mundo en mundo tan levemente que no existan paradas en el camino. La impersonalidad de dejar todas las posibilidades atrás. El mundo es tuyo, sí, pero el primero nunca podrá formar parte de él. Nunca, ¿sabes? Y quizás el desgaste provoca esta levedad. 
Palabras bonitas que significan poco para el lector, eso es sin duda lo maravilloso de esconderse tras una parafernalia preciosa que en realidad viene a extender la idea de un suspiro. Un suspiro en mitad de la nada. De cansancio, de extenuación, de ganas tal vez. Un suspiro delicado que se queda vacío, extraño ante sí mismo, en el mismo instante en que cobra sentido entre los hilos de una sonrisa triste. 

lunes, 18 de marzo de 2013

domingo, 17 de marzo de 2013

Domingos.

Es curioso lo triste que se vuelve el opresivo domingo ya por las ocho de la tarde. No hay forma de sobrellevar ni uno solo correctamente si me encuentro a solas con mis pensamientos. El viento agita y consuela, pero no calma. No hay modo. 

miércoles, 13 de marzo de 2013

Borrador de lluvia infinita.

Es curioso que después de meses sin leer poesía, el día que vuelvo a encontrarme con ella llueve. Llueve sobre mis hombres y al fondo de mis ojos. Llueve mucho, sobre todo entre tú y yo, y a ratos pesa demasiado. Errar, huir, siempre es un placer amargo, muy agridulce si las calles permanecen bajo el ceniciento brillo de las nubes ondulantes. Escucho las gotas estamparse contra el suelo, acariciar mi ventana mientras que las últimas luces del atardecer se van perdiendo, agonizando entre tonos naranjas y azulados. Paraíso de cada día. Que hoy parece el marco perfecto para esta mirada que se refugia bajo las sábanas. Gris. Muy increíblemente gris. 
Qué escalofrío si se me llena la lluvia de versos. 

Qué irónico.

Supongo que si mi yo de 13 años pudiera conocerme se reiría un poquito de mí; he destrozado en tantas partes mi coraza que le parecería un poco tonta, y hasta sentimental. Estoy tan lejos y tan cerca de ella que casi puedo ver su cara tornándose en una semi(casi)sonrisa un poco irónica, pensando 'Nunca seré esa'. Yo tendría que hablarme mirándome muy al fondo de mis ojos para que yo me escuchase bien 'Ya verás, Irene, que los caminos son inescrutables, y que acabarás despedazada cada día a las 5 de la mañana, a veces por una simple canción. Pero no te preocupes, lo disfrutarás increíblemente.' Y sé que me asustaría, y ese miedo sería maravilloso: el miedo a lo inescrutable de mi propio porvenir. 
Si pudiera conocer a mi yo de los 69 años también me reiría de mí, me apuesto el esófago.

lunes, 11 de marzo de 2013

Obsesión.

Obsesión. Obsesión como forma de vida. De tortura. De asfixia.
A veces me sorprendo preguntándome ''¿Qué me pasa..?'' ¿Va en serio? ¿Soy tonta? ¿No está suficientemente claro?
Nada está en su sitio, no me encuentro, nada funciona. Se refleja en todo. En todísimo. ¿Cómo mierda voy a mantener la puta teoría que rige mi vida de que la felicidad es un estado interno cuando llevo meses...? Esos puntos suspensivos será todo lo que deje en palabras. Lo que pase entre mis neuronas es cosa mía. Esta desesperación es sólo mía. Y nunca mejor dicho. Por mucha angustia que haya en estas palabras, nadie... nadie puede comprender esto. Ni siquiera entenderlo. No. Salvaje sigo por ahí al fondo, pero mi brillo es distinto, y no logro adaptarme. El dolor me deja estúpida todo el día. Que se lo digan a mi muñeca y todos los tiros que fallo cada partido, a mi abrumadora mediocridad en cada cosa en la que antes brillaba...
Desgaste. Mucho asco.
Supongo que este año lo recordaré como el año de las obsesiones. 

miércoles, 6 de marzo de 2013

Respira y no preguntes cosas que puedas vivir.

El sentido de las cosas se va construyendo a medida que se viven, que los sentimientos se exaltan y se calman, los detalles cobran vida y se amontonan, las grandes cosas quedan reducidas a poco y los pensamientos no mienten. Entonces el sentido de casi todo, en espiral ascendente, se va mostrando tal cual debe ser. 
Es extraño que se cree que es al revés; que hemos de establecer un algo, un '¿Cuál es el sentido, la importancia de las cosas y las personas?', cuadriculado, perfecto, para encarrilar por ahí nuestros sentimientos y actos. Pero, ¿no será mejor construir el propio universo sobre algo (mucho más abstracto y perfecto) como es la nada, sobre la que todo es posible y moldeable? 
Ya llegará la forma que deba tener el camino, todo llega, todo pasa... Déjenle tiempo y espacio al sentido para que crezca hacia donde quiera. 

lunes, 25 de febrero de 2013

Déjame con los pies en el suelo mientras pueda.

De esto que le dices al corazón que pare y no se entera; es retrasado o habla otro idioma, a saber. Que la mente entiende, aunque no comprenda, y ese chispazo no tiene respuesta bañado en sangre. No hay modo, no hay respuesta en forma de exclamación, si acaso en forma de pregunta. ¿La de siempre? Quizás. Quizás. Quizás. Esa es la tortura: la duda, aunque a veces en formato certeza.

domingo, 17 de febrero de 2013

Aullar.

Soy feliz de 5 a 7, en que bajo un silencio cálido, el mundo aún no es mundo y todo parece posible. Soledad, café y ganas. Sonrisa de buenos días a la cama que se va enfriando, al despertador que grita como ya quisiera yo, y libros, libros infinitos para construir un Universo solitario en que basta con respirar despacio. Piano, para despertar a los dedos.
Luego llegan las 8 y el ruido se vuelve ensordecedor, recuerdo que cada centímetro está arañado y  que el mundo anda patas arriba. Entonces al fondo de mis ojos nace un brillo, un aullido escondido que anda a la búsqueda de la soledad.
'Dame tregua', como súplica callada. Y nunca llega; respira despacio. 

sábado, 16 de febrero de 2013

A kiss to build a dream on.



Give me a kiss before you leave me
And my imagination will feed my hungry heart 
Leave me one thing before we part
A kiss to build a dream on

lunes, 4 de febrero de 2013

Escalofrío titánico.

Le escribo a un folio, a una pantalla, le grito a un muro vacío para que nadie tenga la necesidad moral de decirme cuán estúpidos resultan mis miedos en cuanto la saliva se transforma en palabras, vanas, que vuelan sin sentido y no desahogan. Para que nadie se vea en la encrucijada de tener que darme consejos increíblemente inútiles. 
De hecho... apriétame más la venda, que yo ya sé salir de aquí... aunque prefiera agonizar al fondo de la oscura sala. Tú déjame mi lucha, aunque luego me destroce la cabeza contra las paredes en busca de una caricia.
Mirada impasible. A veces me pregunto dónde se esconden mis sentimientos una vez las lágrimas se gastan.

martes, 29 de enero de 2013

Catabolismo.

Construir...¿para qué? Yo prefiero destruirme, destruir hasta el éxtasis -hasta el deleite, SÍ-, y renacer de mis cenizas cada día.

La llave.

No hay sonrisa que acalle los subterfugios, ni tormenta que amaine el drama de una puerta con llave. ¿Qué pretenderá esconder, presa de un delirio de ego humanístico? Que las lágrimas como gotas arañarán sus contornos de madera o de hierro, y quizás encuentren la paz colándose por sus grietas hasta lo más frío y oscuro de la habitación a ciegas, donde el baúl del tesoro permanece inocente, puro, inconsciente del poco o gran valor de su obtuso contenido, el cual adquirirá un color distinto dependiendo de la pasión de la  mano que lo pretenda. 
Salir huyendo de la sala con los folios sucios en que, en clave, un alma susurra o canta sus deleites como torturas, como quejidos al amanecer, de colores vivos y vanos. Sobre todo vanos.

miércoles, 23 de enero de 2013

Sin sentido para dar y regalar.

Fuerza desmesurada como forma de vida. Látigo en mano. Las ganas, que se escapan de entre los poros para ir a estrellarse contra mi reflejo. Me miro. '¿Qué haces cuando te miras al espejo?', buena pregunta la que me han hecho hoy. Hay demasiadas cosas que hago, palabras que pronuncio, lágrimas que dejo caer, gritos que desboco, frente a frente contra mí, siempre conmigo. 
'Nuestro mayor miedo es que tenemos una fuerza desmesurada', Coach Carter. Y mi mayor deseo salir a la calle para, bajo la lluvia helada que nos deleita, gritarle a las nubes, al asfalto, gritar hasta que se me quiebren los pulmones y se resienta la voluntad. Gritar. Cantarle al cielo 'La vie en rose' de Piaf o Amstrong o simplemente dejarme morir sobre la acera, bañarme desnuda en los charcos, tentar a la suerte hasta que el karma me corte el cuello. Burlar las barreras.... Enredarme el pelo entre tus dedos y sentir cómo me desgasto y acabo dormida, sola, con mi propio calor como alimento y tortura. Cada centímetro de los pequeños universos que conforman estos chispazos hará de nota, negra, blanca, para ser acariciada sin pudor y sin indulgencia, sólo amor árido, esclavo de los dedos más caprichosos.
Rózame las vértebras poco a poco, una a una, que si me muero esta noche sea de gusto.

lunes, 21 de enero de 2013

Blup, y así van cayendo las gotas.

Una palabra basta para que cambien los aires, y quede el Sol sepultado bajo una pesada capa de nubes. Una, una sola para llevarme a la confabulación sin ti siempre contigo. Nunca sabrás las ganas, nunca las veces que he agarrado la integridad con las dos manos hasta tener las falanges a punto de quebrarse, aferradas a la nada como certeza para no hundirse. Y así me va; que un suspiro tuyo basta para cambiar el color del cielo. 

miércoles, 16 de enero de 2013

Cumulationis malus.

Exactamente eso, un cúmulo de mal. Que se lleva escrito a fuego al fondo de los ojos. Ineludible. 

lunes, 14 de enero de 2013

Délicatesse

A veces, en un instante rociado de calma, de silencio o de jazz suave, allí está él. Desnudo, sonriente, colándose por cada poro, paseándose por entre las entrañas. Y es él, Amor, solo, único. Y tienes esa certeza, ese límpido momento de cosquilleo de punta a punta, de arriba abajo. Amor... ¿hacia qué? Nada, sólo Amor, vacío, con posibilidad de ser llenado con cualquier cosa, con cualquier instante. Y es una bella certeza, aunque dure apenas un instante y luego se desvanezca bajo el peso de la lujuria y la gula que predominan en la gris monotonía que se alza sobre la inconsciencia del día a día. Pero merecerá la pena seguir vivo un ratito más, un minuto, si al respirar allí está él, como fin y no medio, como equilibrio contra la toxicidad que respiramos cada día. 
Que lo importante no es ser amado, sino tener esa capacidad de acariciar cualquier alma con la sutileza del roce de una pluma. 
Es extraño, estos encuentros con la lucidez son poco frecuentes, así que supongo que sirven para cerrar un buen día sin nada concreto.

jueves, 10 de enero de 2013

Temps.

Es extraño. El reloj golpea y cada vez entiendo menos. Llevo demasiado tiempo en un callejón sin salida, en la búsqueda de una implosión que quizás sólo yo puedo provocar. Respiro. Pero no basta, mis pulmones ya no quieren aire para alimentarse. No quiero paz, no quiero apatía. Ese afán (¡OBSESIÓN!), ese horrible temor al error... a volverme adicta a lo que no debo, a atar mis manos hasta hacerlas sangrar, morderme los labios hasta que exploten y callen para siempre. O al menos hasta que mi lengua no pueda arrancar cicatrices. O hasta dentro de mil años, y que ya dé igual lo que grite. 
No puedo evitar ser tan estúpidamente absurda como el resto de los demás absurdos y estúpidos mortales. 
Que alimentar el alma para que cada vez se sienta más vacía, que floten los interrogantes al fondo y me golpeen con esa característica y vana tortura que lleva asociado lo más ínfimo.
No quiero calma, no quiero paz. Quiero arder, y que la Náusea arda conmigo. Que esta percepción de la incongruencia deje de existir. Que arda conmigo también.... Bueno, mejor lo dejo aquí.

lunes, 7 de enero de 2013

sábado, 5 de enero de 2013

Religión.

La religión del pensamiento abrupto, vacío, desolador. La maravilla del placer escondido tras la aridez de razonamiento abismal, inquebrantable, poderoso en su sencillez. De los pocos escalofríos que valoro. Placentero en su totalidad, con un regusto similar al placer que produce el dolor más profundo. Similitud en la sonrisa producida por la desazón que implican; vagar acariciando los chispazos más abstractos es mágico.