martes, 16 de julio de 2013

Por aquí andamos.

Quiero dejar todo plasmado en palabras, pero no puedo. De pronto vuelvo a no saber. A no saber ser yo, ni fuerte ni arrogante ni ordenada. Soy tan débil, somos tan frágiles. Tan infinitamente frágiles. Escribo esto y se me frenan los pensamientos. No sé seguir. Para qué mentir, todo instante es agridulce. Cada cual a sus asuntos y mañana será otro día. Sé lo que quiero para mí, pero me pierdo en saber qué quiero de mí. Palpo los límites, los encuentro, los pierdo, gano. Sufro porque el dolor es inevitable. Sufrimos porque hay que crecer. Escribo porque hay que ordenar los chispazos difusos del alma. Me pierdo porque no sé vivir de otra forma. Andamos a ciegas. 
No sé dónde acabaré ni tampoco me interesa. Sólo me interesa leer, leer y no saciarme nunca, leer por miedo, por amor, por delicia, por delirio, por sueños, por evasión. Leer el camino a la locura que lleva tatuado el aire y que sólo a veces es visible. 
Bach, no me dejes sola. Que septiembre llegue, que ya será otra historia. Pase lo que pase. No sé ni de qué tengo miedo a estas alturas.
Palabras formales que esconden sueños retorcidos. Hombros desnudos de almas encadenadas. Libros abiertos, páginas quemadas. Sobre el piano falta el polvo que se acumula en otros lares, en otros centímetros del altas del misterio humano. Sobre el piano sólo mis dedos, los mismos que se pierden en los susurros que se les escapan a las almas airadas. 
De noche el mundo casi siempre es mío, por la mañana ya es otra historia. Amanecemos siempre confusos, siempre ojerosos y errantes. Pasan las horas y todo se vuelve camuflaje, disfrute y horas raras. Disfrute y locura. Disfrute y confuso dolor. Dolor y sueños. Sueños y dolor. Y poco a poco, enmendando errores, poco a poco parecemos más personas, aunque nunca lo suficiente. 

1 comentario: