martes, 6 de agosto de 2013

Si me sueltas entre tanto viento..

Es cierto, muy cierto que si muchas veces me maquillo es para que me reconozcan menos. Cleopatra desconocida. Los ojos más grandes, los labios más rojos, la tristeza más profunda, la sonrisa más amplia y las piernas más largas. Tampoco me reconozco yo. Lo gracioso es que me he alejado tanto de mí que sin maquillaje tampoco me encuentro. Sólo soy capaz de sentir mi esencia delirante haciendo espirales sobre sí misma, con ese vértigo en las venas de los antebrazos, con esas ganas locas de pararme a ver si mis lunares te echan de menos. 
No hay forma humana de llegar en calma si no es con cansancio. No hay forma de acostarme y dormir si no es con un suspiro enrarecido. El aire es árido y me desgasto. Todo desemboca en borradores infinitos, en miradas a la Luna y en no querer dormir nunca sola. Mis pensamientos se pierden y siempre desemboco en los mismos mares, en los mismos océanos en que la belleza de la existencia se esconde tras el dolor intenso de encontrarme  y nunca tras alguna certeza. 
Irrisoria es la conquista del serio mundo. Que no hay tristeza que por bien no venga. Quiero escribir cosas felices, pero es esta nostalgia, esta melancolía, arraigada a mi ser, que me hace desear lo improbable del pasado que nunca ha existido, del futuro que podría ser y nunca será. 
Palabras sin nombre, sin dueño, sin intención. Mis dedos, que se escapan, trazan un futuro arrepentimiento para la mañana próxima. 
¿Delicia? Delicia es siempre perdición, un conjunto de terminaciones nerviosas en que placer y horror se funden. 

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