domingo, 17 de febrero de 2013

Aullar.

Soy feliz de 5 a 7, en que bajo un silencio cálido, el mundo aún no es mundo y todo parece posible. Soledad, café y ganas. Sonrisa de buenos días a la cama que se va enfriando, al despertador que grita como ya quisiera yo, y libros, libros infinitos para construir un Universo solitario en que basta con respirar despacio. Piano, para despertar a los dedos.
Luego llegan las 8 y el ruido se vuelve ensordecedor, recuerdo que cada centímetro está arañado y  que el mundo anda patas arriba. Entonces al fondo de mis ojos nace un brillo, un aullido escondido que anda a la búsqueda de la soledad.
'Dame tregua', como súplica callada. Y nunca llega; respira despacio. 

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