Y luego. Punto y aparte, los días en que
amanezco llena de una energía vibrante y terrible, que me llega hasta la
garganta –me la anuda, la hace chispear, me la agarra como una mano que
apretara con todas sus fuerzas-. Me siento tan fuerte que podría romper los
folios sin querer, me siento tan terriblemente torpe, me tiemblan las manos.
Resoplo. Por la nariz, por entre los labios. Y qué maravilloso sería tenerte
aquí para descargar este temblor sobre ti, sobre tu pelo, agarrarte del brazo,
hacerte sangrar. Y qué ganas de que este aparte sea un continuo, romper el estancamiento emocional de los días
grises que se suceden sin tiempo para pensar, sin tiempo para ser fuerte y
destrozar las ventanas. Sin tiempo para despegar los labios y gritar lo que
siempre se queda guardado sin más. Y susurrarte gritando al oído que te quiero
sostener entre los dedos y clavarte las uñas. Hasta que sangres.