miércoles, 26 de diciembre de 2012

Blup.

No lo logro entender. Escribo para no comprenderme, para perderme cada vez más y evitar la ardua tarea de encontrarme, de sentir aún más que ando perdida. Vomito sinsentidos que parecen cobrar vida al contacto con mi saliva, vomito detalles inexistentes que comienzan a formar parte del mundo tras el último suspiro. 
Y tú, hablando de cosas ilógicas, que no entran dentro de mi cordura formal. No puedo creerte, ni creer que este noche me cure los espantos que llevo aquí dentro; dualidad suicida, rozando la antilógica. Esa antilógica (me haré parte de la RAE sólo para patentar palabras como ésta) que llevo implícita, y que cada noche cobra vida sobre la sangre de mis arterias repletas de alcohol, de cerveza adorada, dulce y amarga como la punta de las palabras más afiladas. 
Y escribo sin control, como hago siempre desde que tengo uso de 'razón', muuuuuuy entre comillas. Y ámome, porque no creo que haya nadie más capaz de hacerlo, por muy triste que se lea. Así nos va.

Muérdeme hasta que pierda el sentido y lo recupere lejos de todo, muy lejos de la antilógica que predico con la lógica más arraigada en mi ser, llevándome a una razón módica y simple que me permita parar de sangrar, aunque ¡no! Sangrar es parte de mi necesidad de vivir.
Vivamos muriendo y recobrando el orden entre las páginas de la obra más enrevesada posible. Por favor. Necesito compañía para mi viaje a las estrellas; para mi suicidio al Sol.  Aunque esa compañía sea mero dolor que se desprende de mi alma para respirar aún mejor. 

She laughs like God.


jueves, 20 de diciembre de 2012

Fears.

Sinceramente, espero que nadie, nunca, me pregunte cómo pago todo lo que me sale bien. Porque todo tiene un contrario para equilibrar, ¿sabes? Lo bueno es que supongo que no tendría palabras para expresarlo, al menos no suficientes...
'¡Consúmete!', le grito a veces a mi rabia. Pocas me hace caso. No sé, no sé como ordenar algunas cosas. Están mal guardadas en mi interior y se clavan, el alma del error siempre rozando la mía, siempre acechando. 
Estoy desnuda frente al espejo, pero no hay nada. No encuentro nada al otro lado...  

You and I

And you don't need to know that much about me. 



miércoles, 12 de diciembre de 2012

Escalofrío.

Si se separan de mí estas palabras, se vuelven estúpidas por sí solas. Se vuelven incoloras, inconexas, si salen de mis labios.... Permítanme camuflarlas.
El problema es crear, sin querer o queriendo, unas cadenas para uno mismo. Ponérselas sin reflexionar, encadenarse bien fuerte, que corten la circulación, que la piel enrojezca, que duela el contacto... Tirar la llave bien lejos. Y después pretender que el viento las vaya deshaciendo en su trabajo infinito. No cabe la lógica, pero así es.
Pss, que nadie se chive a mi ego, pero hoy me dejo lamer las heridas.... Sólo por hoy. Mañana será otro día, supongo. Otro latido de esta infinita tristeza con costras de rabia gris encima.



Nada vale para dejar de sentirse estúpido... Lo bueno es que ya sé que pedirle al nuevo año. Otra estupidez, pedirle cosas a un año, para añadirla a mi lista. Aunque nada sirva, me voy a estudiar, por si me arregla algo dentro.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Efímero.

Desnudos cobramos un sentido especial. Frente al espejo. Tras el vaho del agua caliente. Nos creemos más guapos y nuestro brillo nos delata. Y más si lucimos nuestra fría tristeza y un recuerdo de nuestra figura encorvada, encogida bajo el peso de la ropa y de las capas de miseria. Ser mejores se nos muestra menos inalcanzable.
No juzgamos, no pedimos. Se asume el revoltijo en el pelo, los huesos bajo la luz de la bombilla relucen mágicos, creamos una línea que comienza en las caderas y acaba en algún punto del infinito. Tras el cerrojo el mundo es otro, menos cálido, menos mundo quizás... 
Disfrutemos de los coloretes callados que aparecen en nuestras mejillas, pues tardarán poco en extinguirse. Disfrutemos de cada poro en pie de guerra, contemplando su  propio reflejo. 

lunes, 3 de diciembre de 2012

Peur.

Es inevitable. El nudo crece, no disminuye tras la implosión. Y es que, ¿qué pensamiento no tiene miedo a ser recuerdo? ¿Qué pregunta imposible tiene respuesta sin atragantarse en el alma? ¿Qué respuesta no tiene miedo a ser error? 
Y lo peor siempre será ponerme celosa de la brisa que te roza, a pesar de todo.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Toxicidad.

¿Cómo poder refutar el significado de vehemente necesidad de alejarse en unos ojos cenicientos? Es imperativo entender que los brillos profundos no son buenos. Sólo llevan asociados una toxicidad asfixiante, quizás más para ellos mismos que para el resto del Universo, pero que se desprende desde la punta de la lengua hasta reducir el corazón a un ácido imposible de formular. 

Vaho hacia el cielo, roza mis labios sangrantes. Extraña sonrisa. Hoy volvemos a comprender lo ínfimo de un chispazo, lo eterno de la tristeza congelada bajo el cielo de medianoche.  
Ojalá.... ojalá fuera menos absurdo este nudo, ojalá no existiera esta alma, pienso a veces. 

'Irenemente triste'. ¿Cuántas veces habré repetido esto tras leer los versos de EMV? Quizás los necesarios para que el viento se los lleve todos y vuelva a dejarme sola en un vacío inmenso donde no hay espacio para gritar. Maldigo todas las noches en que un boli no podía ayudarme y conjuré a la tristeza, a la melancolía como forma, como esencia de vida. Maldigo cada vez que haya deseado escribir en el cielo, sobre las estrellas, un universo de lágrimas. No, no.

Ser causante y solución de males ajenos, sin poder dejar de ser un ente inquietantemente incorpóreo, un pensamiento que se enrolla helicoidalmente sobre la tortura de la no certeza.
Ojalá ser menos estúpida, deseo a veces.

Que nos quede, sin embargo, el consuelo de que la tristeza nos sienta bien. Casi parecemos más guapos con la mirada algo perdida. 

El dolor crece hasta el abismo, pero allí no cae. Allí caigo yo. 

¿Cómo hablar de la tristeza con palabras sin llegar a desvirtuarla? ¿Cómo querer expresar el color del viento con estos estúpidos dedos que no me dejan atraparlo? Ojalá una certeza, que podría ser el cielo, deseo a veces.

Pues bueno, hoy es uno de esos días que confirman la regla de que ningún domingo es bueno. El alma se cae a cachos y lo corpóreo sueña con un poco de calor en los dedos, con una sonrisa congelada al menos.