miércoles, 28 de enero de 2015

Lobo para el hombre.

Me muero por lo sucio de esta vida, por el lodo más profundo que embarra el alma. Que al final la maravilla son esos vicios nocivos que nos repelen, esa indigencia del ser frente a la nada que nos asusta. El mundo oscuro, triste, venenoso, sólo para mí, para cuando pierdo la cordura. Que para encontrarme tengo que arrastrarme entre las tinieblas y algo dentro de mí se muere de placer. Qué estúpido es respirar mejor -profundo, despacio- después de la asfixia. Oda a la parte fea de la existencia. A todo aquello que es tan inevitable como repugnante porque,  ¿qué sería de lo bueno sin ese percance constante, ese encuentro con el dolor sangrante?  Que ya no sé ni lo que digo.