martes, 30 de julio de 2013

Dehors.

Mi desgracia es no saber dar portazos al salir... Asomarme al infinito, al vértigo eterno sólo tras cerciorarme de haber dejado la puerta entreabierta, los susurros a medias. Mi cerebro es horrible en muchos sentidos. Hay polvo y sueños dentro, todo impregnado de un gris lúgubre que me hace tener escalofríos por las esquinas, que me hace sentirme fuera del mundo sin remedio. Hors du monde. Hors de moi. 
'Arretez le monde! Je veux descendre...' pero al revés, por una vez. 

Romeo and Juliet

El día que deje de llorar con esta canción seré apta para volver al mundo de los mortales.

viernes, 26 de julio de 2013

Cincuenta y nueve kilos de enajenación.

Llegan las siete y ya no queda nadie, ¿sabes? Llega el amanecer y las ojeras. Se van las ganas y llegan los suspiros. Hay un impresionante tráfico de sensaciones en lo aparente de este silencio. No queda conciencia. No hay neuronas que no tiemblen. Ni sueño ni ganas de seguir despierta. Sólo autodestrucción. Sólo errores. Sólo maquillaje churreteado; ojos de gato. No queda música y del alcohol persiste el dolor más arraigado al estómago, sabor a ácidos, la torpeza.
Nadie es capaz de ser feliz junto a un cúmulo de caos perpetuo. Nadie quiere entropía para sí. Y yo la tengo toda en mi poder. Con el sabor de la bilis se mezcla el humo ya extinto, el odio perenne. Vaya horas más extrañas para ser persona.
Miro al techo. Sin remedio. Con ganas de ser y de no volver en mí. 'Bienvenida al club'. Las venas me palpitan, la razón se me enajena. Será mejor así, al menos mientras siga consciente. Consciente sin conciencia de ser, que también me vale. Se me evapora la sangre, el estómago clama palabras para ordenar el mundo.  
Es curioso que la persona más perfeccionista y maniática guarde bajo los dedos tal cantidad de desorden. Y sin embargo nada de una máquina del tiempo. Así me va. 
Me cuesta, no puedo asumir que esa cosa temblorosa del espejo sea yo. La puta insensible que sólo era capaz de sentir por cosas no humanas. Y aquí me hallo, desconocida, con los labios hinchados, la mueca confusa, en bragas, con 59 kilos y ningún valor emocional. Estoy muy rota, ¿sabes? Vuelvo a tener las palmas de las manos hinchadas de clavarme las uñas. Y aún parezco fuerte, no me explico cómo realmente he cambiado tan poco por fuera estando tan vacía. Aún tengo color sobre la piel. Sin embargo, ni módulo, ni dirección, ni sentido. Sólo algo que fui. 
El sol sale por el este y por todas las direcciones. Se estrella en todas direcciones. Ojalá no saliera por ninguna. Ojalá perpetua calma nocturna que me arrope. Ojalá fresco de la madrugada para mezclarlo con el dolor de pulmones. 
Llegan las siete y se hace de día otra vez más. Vuelvo a prometerme algo mejor. Soledad. No quiero nada. Volver a ser, como deseo a pedir a esta estrella fugaz que es el rocío evaporándose cuando el calor brota y no me deja dormir sin sudar todo este desorden, para que se desparrame aún más por el suelo conforme las horas se arrastran entre los enredos de mi pelo, entre los remolinos del aire que a duras penas sale y entra desordenado de mis labios, que más tienen que callar que sonreír.
Las paredes, la cortina, la persiana y la poca claridad que se cuela por debajo, la cama y toda la ropa por el suelo, los peluches expectantes y los cojines solitarios, todos los libros de las estanterías y los gatos que me observan desde la pared, todo es caos al contacto con mi existencia. Más me valdría agachar las orejas y encogerme un poco más. 
Es ese semblante triste y moribundo al otro lado del espejo de lo que quiero huir. Me da miedo ser. Me da miedo porque nunca alcanzaré lo que me he dejado varado en el pasado. Todas las palabras que no he dicho, todo en lo que podría haber utilizado este perfeccionamiento tan estúpidamente inútil. 
Y aquí estamos, amando la brisa que se cuela bajo la persiana. Odiando la luz porque significa día. Significa volver a ser sin querer ser, y hoy de regalo sin dormir. Me frotaré en la bañera muy mucho esta tristeza, para al menos camuflarla de gel y ser humano. 

miércoles, 24 de julio de 2013

Luna (casi)llena.

Las horas, que se alargan, que se acortan bajo el influjo lunar. Los dedos me huelen a discordia. Todo es desastre y no encuentro ni respuestas ni monstruos bajo la cama. Las uñas en la palma de la mano, bien clavadas, bien tranquilas. Cada instante me grita. Me grita coordenadas precisas. Hasta el desmayo las evito. Hay lugares para la tristeza y canciones para la melancolía que nos arrastra en todas direcciones. El tiempo deja de tener valor. Tengo un miembro fantasma. Sí, de esas partes del cuerpo que cuando la pierdes la sigues sintiendo. Yo pienso que el corazón aún me late, quiero creerlo aunque sé que no es cierto. Si gritase lo que quiero... Ojalá no pudiera resumir mi existencia en un ojalá. En un conjunto infinito de ojalás. Me queda tanto por decir... Me queda por quitarme de la cabeza la necesidad de acariciar, de arreglar. Alejarme de la entropía. Caigo sin remedio en el desastre. Sinsentido. Estamos demasiado rotos. Andar sin sentido por la ciudad, buscando un nosequé, un pegamento, que sea capaz de sostener el mundo de nuevo.
 'Sí, lo que yo soy sería insoportable si no pudiese acordarme de lo que he sido.' O eso dice Pessoa. He sido una persona, creo.
Déjalos por ahora que sangren.

martes, 23 de julio de 2013

Entropía

Horror es no ser capaz de hilar unas palabras con otras. Igual que hace diez minutos. Igual que esta madrugada mientras el techo blanco, mirado y remirado, era quizás lo más aproximado a expresar lo que siento. Sin palabras la soledad se vuelve un manicomio. Así que será mejor que lea. Por delirio esta vez. Por miedo camuflado.
Horror es no poder arrancarme los nervios, la confusión. Horror es no disponer de certezas de reserva.
Esta vez la entropía me caza en cada movimiento; me evaporo y sólo lo empeoro. 
Hoy no sé escribir, y hago como que tampoco sé pensar. 

Never reaching the end.


domingo, 21 de julio de 2013

Respirar porque puedo.

Y puedo afirmar que mi propósito, mi objetivo, ahora mismo es volverme invisible. Desaparecer. De mí misma no, me conformo con que sea del mundo. De lo que es, fue, mi mundo. Respirar muy despacio, con discreción. Que tras las cortinas de mi cuarto no se vea que dentro sigo existiendo. Mentira a medias. 

martes, 16 de julio de 2013

Por aquí andamos.

Quiero dejar todo plasmado en palabras, pero no puedo. De pronto vuelvo a no saber. A no saber ser yo, ni fuerte ni arrogante ni ordenada. Soy tan débil, somos tan frágiles. Tan infinitamente frágiles. Escribo esto y se me frenan los pensamientos. No sé seguir. Para qué mentir, todo instante es agridulce. Cada cual a sus asuntos y mañana será otro día. Sé lo que quiero para mí, pero me pierdo en saber qué quiero de mí. Palpo los límites, los encuentro, los pierdo, gano. Sufro porque el dolor es inevitable. Sufrimos porque hay que crecer. Escribo porque hay que ordenar los chispazos difusos del alma. Me pierdo porque no sé vivir de otra forma. Andamos a ciegas. 
No sé dónde acabaré ni tampoco me interesa. Sólo me interesa leer, leer y no saciarme nunca, leer por miedo, por amor, por delicia, por delirio, por sueños, por evasión. Leer el camino a la locura que lleva tatuado el aire y que sólo a veces es visible. 
Bach, no me dejes sola. Que septiembre llegue, que ya será otra historia. Pase lo que pase. No sé ni de qué tengo miedo a estas alturas.
Palabras formales que esconden sueños retorcidos. Hombros desnudos de almas encadenadas. Libros abiertos, páginas quemadas. Sobre el piano falta el polvo que se acumula en otros lares, en otros centímetros del altas del misterio humano. Sobre el piano sólo mis dedos, los mismos que se pierden en los susurros que se les escapan a las almas airadas. 
De noche el mundo casi siempre es mío, por la mañana ya es otra historia. Amanecemos siempre confusos, siempre ojerosos y errantes. Pasan las horas y todo se vuelve camuflaje, disfrute y horas raras. Disfrute y locura. Disfrute y confuso dolor. Dolor y sueños. Sueños y dolor. Y poco a poco, enmendando errores, poco a poco parecemos más personas, aunque nunca lo suficiente.