domingo, 24 de marzo de 2013

Delicado.

La delicadeza a veces se desparrama por el borde de la cama, conquistando el suelo, volviendo frágiles todos los objetos de la habitación. Lo hace tan calladamente que se convierte en apenas un cosquilleo, un susurro en los labios de la penumbra. Cuántos aromas se entremezclan en el claroscuro de una habitación si además del vaho se escapa el calor de la angustia, se despega de la lengua y va a estrellarse contra todas las paredes. 
La enfermedad es la cura, y el alma peca de silencio bajo el pesado grillete de las heladas cadenas que se ciernen bien prietas alrededor de las muñecas. ¿Es acaso necesario librarse de ellas para poder volar? 
Delicadeza, sí. Para ir paseando de mundo en mundo tan levemente que no existan paradas en el camino. La impersonalidad de dejar todas las posibilidades atrás. El mundo es tuyo, sí, pero el primero nunca podrá formar parte de él. Nunca, ¿sabes? Y quizás el desgaste provoca esta levedad. 
Palabras bonitas que significan poco para el lector, eso es sin duda lo maravilloso de esconderse tras una parafernalia preciosa que en realidad viene a extender la idea de un suspiro. Un suspiro en mitad de la nada. De cansancio, de extenuación, de ganas tal vez. Un suspiro delicado que se queda vacío, extraño ante sí mismo, en el mismo instante en que cobra sentido entre los hilos de una sonrisa triste. 

lunes, 18 de marzo de 2013

domingo, 17 de marzo de 2013

Domingos.

Es curioso lo triste que se vuelve el opresivo domingo ya por las ocho de la tarde. No hay forma de sobrellevar ni uno solo correctamente si me encuentro a solas con mis pensamientos. El viento agita y consuela, pero no calma. No hay modo. 

miércoles, 13 de marzo de 2013

Borrador de lluvia infinita.

Es curioso que después de meses sin leer poesía, el día que vuelvo a encontrarme con ella llueve. Llueve sobre mis hombres y al fondo de mis ojos. Llueve mucho, sobre todo entre tú y yo, y a ratos pesa demasiado. Errar, huir, siempre es un placer amargo, muy agridulce si las calles permanecen bajo el ceniciento brillo de las nubes ondulantes. Escucho las gotas estamparse contra el suelo, acariciar mi ventana mientras que las últimas luces del atardecer se van perdiendo, agonizando entre tonos naranjas y azulados. Paraíso de cada día. Que hoy parece el marco perfecto para esta mirada que se refugia bajo las sábanas. Gris. Muy increíblemente gris. 
Qué escalofrío si se me llena la lluvia de versos. 

Qué irónico.

Supongo que si mi yo de 13 años pudiera conocerme se reiría un poquito de mí; he destrozado en tantas partes mi coraza que le parecería un poco tonta, y hasta sentimental. Estoy tan lejos y tan cerca de ella que casi puedo ver su cara tornándose en una semi(casi)sonrisa un poco irónica, pensando 'Nunca seré esa'. Yo tendría que hablarme mirándome muy al fondo de mis ojos para que yo me escuchase bien 'Ya verás, Irene, que los caminos son inescrutables, y que acabarás despedazada cada día a las 5 de la mañana, a veces por una simple canción. Pero no te preocupes, lo disfrutarás increíblemente.' Y sé que me asustaría, y ese miedo sería maravilloso: el miedo a lo inescrutable de mi propio porvenir. 
Si pudiera conocer a mi yo de los 69 años también me reiría de mí, me apuesto el esófago.

lunes, 11 de marzo de 2013

Obsesión.

Obsesión. Obsesión como forma de vida. De tortura. De asfixia.
A veces me sorprendo preguntándome ''¿Qué me pasa..?'' ¿Va en serio? ¿Soy tonta? ¿No está suficientemente claro?
Nada está en su sitio, no me encuentro, nada funciona. Se refleja en todo. En todísimo. ¿Cómo mierda voy a mantener la puta teoría que rige mi vida de que la felicidad es un estado interno cuando llevo meses...? Esos puntos suspensivos será todo lo que deje en palabras. Lo que pase entre mis neuronas es cosa mía. Esta desesperación es sólo mía. Y nunca mejor dicho. Por mucha angustia que haya en estas palabras, nadie... nadie puede comprender esto. Ni siquiera entenderlo. No. Salvaje sigo por ahí al fondo, pero mi brillo es distinto, y no logro adaptarme. El dolor me deja estúpida todo el día. Que se lo digan a mi muñeca y todos los tiros que fallo cada partido, a mi abrumadora mediocridad en cada cosa en la que antes brillaba...
Desgaste. Mucho asco.
Supongo que este año lo recordaré como el año de las obsesiones. 

miércoles, 6 de marzo de 2013

Respira y no preguntes cosas que puedas vivir.

El sentido de las cosas se va construyendo a medida que se viven, que los sentimientos se exaltan y se calman, los detalles cobran vida y se amontonan, las grandes cosas quedan reducidas a poco y los pensamientos no mienten. Entonces el sentido de casi todo, en espiral ascendente, se va mostrando tal cual debe ser. 
Es extraño que se cree que es al revés; que hemos de establecer un algo, un '¿Cuál es el sentido, la importancia de las cosas y las personas?', cuadriculado, perfecto, para encarrilar por ahí nuestros sentimientos y actos. Pero, ¿no será mejor construir el propio universo sobre algo (mucho más abstracto y perfecto) como es la nada, sobre la que todo es posible y moldeable? 
Ya llegará la forma que deba tener el camino, todo llega, todo pasa... Déjenle tiempo y espacio al sentido para que crezca hacia donde quiera.