domingo, 7 de abril de 2013

Please.

¿La salida, por favor? Claro, al fondo a la derecha. Sí, el mismo callejón, el mismo muro. 
Es extraña la cantidad de dolor que el cuerpo puede aguantar sin quebrarse, o al menos resistir sin parecerlo. Ojalá, ojalá algún día pueda enorgullecerme de haber sabido enfrentarme a mí misma. Por ahora no puedo. Por ahora me conformo con este silencio desde la cama.
Silencio. Rebota contra las paredes y vuelve a mí en forma de calma, de una extraña paz alquimizando mi cansancio en sueño dorado.            
Quedarme dormida sobre las teclas es un placer. Siempre y cuando no sueñe con lo que escribo.

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