jueves, 25 de abril de 2013

Para disfrutar del día, recuerda:

El material líquido de que se componen los sueños, son, efectivamente, las lágrimas, y el amor que sobra son gritos al vacío.

Que nunca supe ni sabré...

Qué bien se moldean las palabras en lagunas de lágrimas cálidas. Son tan dóciles, tan frágiles y desvalidas que me dan ganas de apretar los dedos, los labios, los dientes, los ojos, hasta destrozarlas todas. Y silencio. El silencio más vacío posible, para extender la angustia, para hacerla parte del infinito, del callado infinito, para pintar sus paredes de un púrpura mortecino y apagado. Infinitamente triste. 
Que por las palabras vivo, que por las palabras me pierdo y luego no sé dónde buscarme.

miércoles, 24 de abril de 2013

Descubres lo que es obsesión cuando me encuentras por primera vez luchando contra la entropía del universo. Descubres lo que es torpeza. Sin cejar nunca, para que el caos se ría bien de mí.

domingo, 21 de abril de 2013

Domingo de utopías.

La mejor parte de mi yo, la menos rota, la que merece la pena, no está dentro de mí. La tienen otras personas (me la han robado), para bien y para mal. Para que cuando esté con ellas sea paz, eirene, y para que cuando me quede sola cunda el maravilloso y estúpido caos. Por eso me caigo bien, porque lo que más queremos es lo que no tenemos, lo que de vez en cuando acariciamos pero nunca será nuestro.
A los inamovibles también nos pierden las utopías.

sábado, 20 de abril de 2013

Take it more slowly.

Maquinarias, lentas, pesadas, que van desatándose poco a poco, mientras se engrasan con el material líquido de los sueños. Inexorables. Con objetivos cambiantes según el viento, pero con una esencia invariable. De movimientos suaves. No olvidan, no perdonan, no se detienen, suspiran, se alimentan de lágrimas propias, no se dejan ver si no hay luna llena en el cielo de los perdidos. 
Qué miedo y qué anhelo. Soñar y tener pesadillas a la par con la inamovilidad de una pesada e insoportablemente carga, que son los sueños sin nombre, las ganas sin dueño y las noches vacías.

martes, 16 de abril de 2013

Corre, ahora que la Luna no mira.

Dicen que los borrachos dicen la verdad, que de noche todos los gatos son pardos y que el deseo siempre es el mismo. Que nuestros oscuros designios son invariables. Que si eres oscuridad no puedes evitarlo. Que si eres tristeza, tristeza son tus ojos. Volvemos al pozo del que salimos cada amanecer como zombies. Tristeza, peligro. 
Que las buenas personas existen, aunque eso me lo creo menos.

..

No crees que algo pueda salvarte, y aun así lo esperas.

Tic tac. De nuevo.

A veces vuelo, ¿sabes? Me despego del dolor y soy capaz de verme desde el techo de la habitación, tirada sobre los libros, derramando sobre las páginas un qué sé yo húmedo. Siento algo dentro de mí, pero lo achaco a estar viendo una escena tan arrastradamente triste. Veo mis decisiones desde fuera, pero no las tomo yo. Y a veces me grito a mí misma que debería perderme, pero no en el sentido que lo estoy haciendo en este instante. Me veo bañada por la luz que se cuela a través de las cortinas y sé que bajo el pijama la debilidad va cogiendo forma en formato de grito ahogado. Llora cada poro de mi cuerpo. 
Todos los minutos del día me los paso pensando en esa terrible distancia entre mi yo del techo y yo. Hacía tiempo que no me sentía tan sola. Desorientada, tal vez. Es terrible pensar, ¿sabes? Es terrible saber dónde me encuentro y que no puedo salir de aquí. Es terrible cuando una distancia insalvable es tan pequeña. 
A veces, hora sí hora también, soy capaz de despegarme de mí misma y gritar desde un cuerpo astral que necesito otro universo, paralelo quizás, donde poder caer muerta. 

jueves, 11 de abril de 2013

Jueves.

Hoy, sinceramente, desearía fervientemente tener una casa para mí sola. Gigante. Para que mis gritos resonasen por todas las paredes, creando una dimensión nueva para suspirar un poco. 
Ojalá desaparecer, sombra de la sombra.

domingo, 7 de abril de 2013

Please.

¿La salida, por favor? Claro, al fondo a la derecha. Sí, el mismo callejón, el mismo muro. 
Es extraña la cantidad de dolor que el cuerpo puede aguantar sin quebrarse, o al menos resistir sin parecerlo. Ojalá, ojalá algún día pueda enorgullecerme de haber sabido enfrentarme a mí misma. Por ahora no puedo. Por ahora me conformo con este silencio desde la cama.
Silencio. Rebota contra las paredes y vuelve a mí en forma de calma, de una extraña paz alquimizando mi cansancio en sueño dorado.            
Quedarme dormida sobre las teclas es un placer. Siempre y cuando no sueñe con lo que escribo.