martes, 21 de mayo de 2013

Estar vivos, pero a qué precio.

¿En qué momento de mi existencia he perdido el rumbo? ¿Cuándo he decidido que ya no sé decidir nada más? Que ya no sé si soy extremadamente fuerte por no volverme loca, o extremadamente débil cada vez que acabo temblando de rabia y miedo a la vez. ¿Cuándo me he vuelto mortal? Leo esto y me da frío en los pies. Todo el mundo es capaz de escoger sus errores, pero yo, yo... ando perdida, eso es todo. 
Lo sé cada vez que miro por la ventana, y tengo esa certeza de que te crees que no estás, pero estás, y supongo... ¿a qué viene ese 'tú', esa personificación de los delirios?¿Qué tiene que ver un tú con que yo ande perdida? Ojalá, ojalá fuera lo suficientemente astuta para saberlo, o al menos para admitir que lo sé. 
No sé, no sé cuántas veces es necesario echarse a llorar en mitad de una frase, no sé si es sano o acabaré tratándome a mí misma en el psiquiátrico. Gritándome, amándome, arañándome hasta alcanzar... ¿una certeza? Una certeza que no sea miedo al futuro. 
Odio escribir esto, pero cuánto lo necesito por encima de pegarme con las paredes, de gritarles todo lo que no soy capaz, por encima de enfrentarme al vacío. 

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