martes, 30 de septiembre de 2014

Smoke.

Cuantos más otoños se me acumulan más descubro que todas las tristezas al final son la misma. Que todos los caminos conducen al bucle, a la espiral en caída libre de las cosas rotas. 


martes, 23 de septiembre de 2014

Martes de hielo (como Nicci French)

Muy dados a los vicios, a los vicios crueles y nocivos, a amar el humo semejante al vaho de los ríos que se desdibujan como el recuerdo de mi ser en tus ojos. Muy dados a la agonía de los pechos que palpitan -arrítmicos, desbocados-, dados a la locura. Aún no ha llegado octubre y ya se me han rajado los labios -justo a la mitad, en la ironía de las sonrisas tristes-. Me vuelvo difusa entre otras caricias, me voy perdiendo en el infinito de la melancolía callada -paralizada... de pánico y de éxtasis-, y vuelve el miedo a las cosas irreversibles, al tiempo siempre hacia delante aunque mi alma caiga hacia atrás -frente a frente, el pasado y el futuro, neutralizados en la indiferencia de escalofrío sin nombre-. Lunes amargo, pero martes de hielo. Es tan horroroso como consolador pensar en el cíclope que nadie comprendía pero que, silencioso, acariciaba con amor los rincones más sucios de la ciudad -volvemos a los vicios-. Odiamos a nuestras amígdalas, y miramos por la ventana -a este cielo gris, encapotado, que, desafiante, nos incita a mojarnos, a ser cenicientos hasta la agonía total, hasta que la arritmia se nos vuelva mortal a la altura del nudo en la garganta-. Nunca ser, nunca dejar de ser. Ni triste ni irónica. Y hoy déjame.... que este cielo moribundo es sólo mío -este sentimiento confuso e indescriptible sólo está anclado a mi coroides, a la punta de mis dedos, enardecidos de no sentir...-.
Que me desdibujo en tu memoria como se dispersan los ríos de vaho es lo que hay escrito en este cielo mortecino y precioso. Escalofríos. Qué tristeza más tonta, ¿no?

domingo, 14 de septiembre de 2014

Palabras.

Hay palabras tan grandes, tan increíbles, tan sucias, tan preciosas como preciadas, tan dulces, tan amargas, tan necesarias de decir susurrando, tan irreales, tan leves, tan duras, tan tristes, tan frágiles y delicadas, tan únicas, tan especiales, tan tan esperadas, tan pervertidas, tan lejanas, tan heladas, tan puras, tan inútiles, tan odiosas, tan placenteras, tan mancilladas, tan eléctricas sobre la punta de la lengua, tan entrópicas, tan oscuras, tan inesperadas, tan apropiadas; hay palabras que son tanto que se nos atragantan en forma de nudo infinito en la garganta, que nos ponen la piel de gallina, que nos llenan de escalofríos, de miedo, de amor, de locura, de confusión, de indiferencia. Hay palabras que son tan demasiado que nos hacen temblar de placer y de caos. Hay que quedarse con las palabras que son mucho más de lo que son, con las palabras que nos recorren la espina dorsal hasta llegar al cuello para expandirse por todo el alma. Palabras como caricias, como extensión entre mis labios y tu oído.