La mejor parte de mi yo, la menos rota, la que merece la pena, no está dentro de mí. La tienen otras personas (me la han robado), para bien y para mal. Para que cuando esté con ellas sea paz, eirene, y para que cuando me quede sola cunda el maravilloso y estúpido caos. Por eso me caigo bien, porque lo que más queremos es lo que no tenemos, lo que de vez en cuando acariciamos pero nunca será nuestro.
A los inamovibles también nos pierden las utopías.
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