domingo, 25 de octubre de 2015

En memoria de septiembre

Los domingos por la tarde se me secan los labios y las ganas, se me alargan las ojeras y los miedos sobre la mesa, bajo la sombra de una luz de titila para al final siempre perderse, congelarse en las ganas de ser llama -el vaho del atardecer helado que se lleva todo por delante, lo arrolla sin la piedad de la escarcha matinal o de la pereza de volver a ser del lunes por la mañana-, y la música es el falso silencio de las preguntas que se atreven a golpearse con todas las paredes sin desaparecer, que sin dudar se atreven a rasgarme los labios de lado a lado -los labios, siempre los labios-, que me acarician la sonrisa, esas preguntas que tienen menos respiro que estas líneas, esas preguntas que siempre empiezan por un quizás y acaban clavadas en la miseria del alma.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

S

Espero que última vez que paso lo escrito en papel al blog y decido quedarme tan desnuda en un día cualquiera como es hoy...

Septiembre siempre llega, helado, cálido, incierto, nuevo y grisáceo, haciendo de mi estado de ánimo un mes, que dura 365 días en mi paladar, en el nudo ahogado de mi estúpida y melancólica garganta. Y yo, con los labios cortados, sangrantes, me muero de gusto, de tristeza y de calma. Sonrío, agridulce, con las ganas puestas en cualquier causa perdida, en cualquier atardecer desde un mirador en el que corra la brisa -¡el viento furibundo que me enrede!-. Septiembre y su aire raro. Mis dedos necesitan amor, o quizás al menos calor, unos labios que les susurre que es cierto, que todo es raro y nada está en su sitio en esta habitación de caos, de desastre en mi pelo. Es el mes en el que nunca sé lo que siento, si esto es rabia, dolor, amor retorcido, o es tristeza que arde, o quizás todas son distintos nombres  para lo mismo, mi silencio rotundo, mi fría indiferencia de comisuras hacia arriba. 'And let it flow, this cruelty'. Y mis ganas, de cualquier cosa siempre conmigo. Música rara y triste parar mirarme las piernas en el espejo, para tocarme los labios -cortados, cortantes-, para decidir de uno a mil cuánta amargura trae septiembre a mis ojos... Para dejar todo ir en un suspiro, y recuperarlo en la inspiración más profunda y más sincera al segundo siguiente - que no puedo librarme-.
¿De dónde, de dónde estos ríos de tristeza?

jueves, 28 de mayo de 2015

Ojos tristes.

Es curioso, que pasan los años y sigo sorprendiéndome de lo guapa que estoy cuando lloro, de lo bien que me quedan los ojos tristes. 

jueves, 21 de mayo de 2015

Mierda pura nocturna.

¿Por qué al final tenemos tendencia a parecernos a aquello que odiamos? Quizás es simplemente que el odio previo proviene de que, en cierta forma, sabemos que es algo que tenemos intrínseco, algo feo y oscuro que también sabemos que no deberíamos de sentir o ser. 
Yo, que me considero alguien que reniega de la forma plana planísima de 'buena persona' sin embargo caigo una y otra vez en esto, y hay cosas de mí que a veces siento y no asumo, porque sé que no debería de sentirlos en el marco de ser una persona ideal. Pero no lo soy. Ni de lejos. Ni voy a serlo. Ojalá yo menos enrevesada, ojalá yo una persona transparente. Me gustaría. Pero soy oscura, soy laberíntica y difícil de entender, y siquiera de captar. Y pienso que el resto del mundo lo es. Intrínsecamente. Luego llega el razonamiento y me dice STOP. Y yo le hago caso en todo, pero siempre queda el nudo del estómago, la rabia visceral de un ser que sale de las sombras y que no sabe muy bien a dónde va. Ese horrible nudo que me dice que progreso en muchas cosas pero no en ser persona. Y qué se hace con eso... 

miércoles, 29 de abril de 2015

Todo es insomnio.

Noche. Dentro de mí todos los defectos humanos laten, quieren salir, y yo, triste y un poco moribunda, algo insomne, deseo estar dormida, deseo ignorar todo eso que soy, todos esos ojalás (ojalá menos rencorosa, ojalá más despegada, ojalá menos sensible, ojalá...), toda esa autoestima que barre el suelo. Qué tremendista (ojalá menos tremendista). Y, de virtudes sólo queda el contraste del brillo de mis ojos, la soledad cegadora que actúa de luz y norte (helada, helada, tiemblo). Y al final todo sentimiento es rabia por ser tan débil. Nocturo, No. 13. Rabia. Y, ¿sabes?, tiemblo. Es este frío en los pies, supongo, y este calor en las mejillas, o este cansancio que me sube, este nudo que me baja. El resultado es bucle, es espiral, es trepar y caer entre cuatro paredes. Caer. Todo lo bajo que puedo, en la cama, en el insomnio profundo (del sueño fugado). Y es esta tristeza, este vacío. La estupidez de permanecer con los ojos (secos, ardientes) fijos en la penumbra, preguntándome si toda esta miseria es sólo mía o puedo compartirla. Dormir. 

miércoles, 22 de abril de 2015

Ventanas...

Cada día más extraña, o más extrañada de los demás. Abre la ventana, no demasiado, que no se me caiga el alma. Que se me muere de vértigo. Tenemos la mala costumbre de arder cada noche y nuestras cenizas, que nos recomponen a veces, nuestras tiritas. Vértigo, vértigo. Déjame sola y cierra la ventana, que me enamoro del viento. Me basta respirar para consumirme, para sonreír tontamente, vencida, sobre los restos de eso que fui durante el día. Abre la ventana, que se seque la sangre. 

lunes, 6 de abril de 2015

Definición de borrador.

Escribir es el pánico a que se llegue a comprender lo que digo. Escribir es como tener los ojos tristes sin remedio. ¿Cómo ocultarlo? Escribir enrevesado como necesidad primaria del alma inquieta dentro del pecho, que galopa y golpea, destruye por dentro las entrañas sin piedad... y escribir es el remedio para calmar el dolor del derramamiento de sangre. Un parche a la ausencia. 

martes, 31 de marzo de 2015

Cimientos de duda.

Y en lo más profundo una tiembla, la rabia y el miedo tienen precio. Y una asume su grandeza con la cortesía de una esfinge. Y bajo la construcción del ser, la duda, el cimiento tambaleante. ¿Qué se puede construir sobre la duda?, es la pregunta, mientras yo ya he edificado mi alma de abajo arriba sobre ella. La hago mía -temblamos juntas-. Y en los momentos en que se junta con el miedo me estremezco. Y ojalá destruirlo todo y construirme sobre algo más sólido, un campo de amapolas. Pero no. Soy lodo, y a veces me fundo, de ira y duda, que me corroe desde abajo. Una asume su vastedad desde la inseguridad más genuina, y la media sonrisa todo lo esconde -las palabras todo lo camuflan-. 

martes, 3 de marzo de 2015

Martes moribundo.

Acepté querer y vivir la parte elegante del mundo, a sabiendas de que me muero por el lado oscuro de la existencia. Acepté la versión mejorada, asumiendo que pertenezco a la visceral. Qué crudo y qué extraño. Y qué mísero. 

jueves, 26 de febrero de 2015

Daughter.

Canciones que me llevan al olor de la tierra mojada, al paraíso vacío de los prados sin nombre, la brisa que despeina. Canciones que son languidez de lo que no ocurre. Canciones y días cálidos cuando las manos se agrietan. Melodías que son lo que fui o lo que jamás alcancé. Verde campo se agita, amapolas ondean con alacridad su viveza al viento que las adora. Los álamos, las zarzas, se contonean con extraña alegría gris. Y el cielo, tan ceniciento como en un sueño, rey de melancolía. Tumbada, por un instante, cara a cara con la nostalgia, que me agarra del cuello, que se cuela en forma de aroma de vida por cada poro de mi tembloroso cuerpo, ese que me une con la existencia. ¿Cómo voy a respirar así? Se me enreda el pelo en los sueños ya olvidados. Volver a nacer de lo agridulce, así persistimos día a día. Canciones que me llevan al limbo, que me abandonan en medio de la nada, donde el viento sopla y me trae recuerdos de lluvia, recuerdos que quizás fueron dolor, que quizás fueron esa sonrisa que yo era, sentada sobre el barro, en ese entretiempo que dura menos de lo que permanece un escalofrío. Y que yo soy aún, a veces. 



miércoles, 28 de enero de 2015

Lobo para el hombre.

Me muero por lo sucio de esta vida, por el lodo más profundo que embarra el alma. Que al final la maravilla son esos vicios nocivos que nos repelen, esa indigencia del ser frente a la nada que nos asusta. El mundo oscuro, triste, venenoso, sólo para mí, para cuando pierdo la cordura. Que para encontrarme tengo que arrastrarme entre las tinieblas y algo dentro de mí se muere de placer. Qué estúpido es respirar mejor -profundo, despacio- después de la asfixia. Oda a la parte fea de la existencia. A todo aquello que es tan inevitable como repugnante porque,  ¿qué sería de lo bueno sin ese percance constante, ese encuentro con el dolor sangrante?  Que ya no sé ni lo que digo.