martes, 16 de abril de 2013

Tic tac. De nuevo.

A veces vuelo, ¿sabes? Me despego del dolor y soy capaz de verme desde el techo de la habitación, tirada sobre los libros, derramando sobre las páginas un qué sé yo húmedo. Siento algo dentro de mí, pero lo achaco a estar viendo una escena tan arrastradamente triste. Veo mis decisiones desde fuera, pero no las tomo yo. Y a veces me grito a mí misma que debería perderme, pero no en el sentido que lo estoy haciendo en este instante. Me veo bañada por la luz que se cuela a través de las cortinas y sé que bajo el pijama la debilidad va cogiendo forma en formato de grito ahogado. Llora cada poro de mi cuerpo. 
Todos los minutos del día me los paso pensando en esa terrible distancia entre mi yo del techo y yo. Hacía tiempo que no me sentía tan sola. Desorientada, tal vez. Es terrible pensar, ¿sabes? Es terrible saber dónde me encuentro y que no puedo salir de aquí. Es terrible cuando una distancia insalvable es tan pequeña. 
A veces, hora sí hora también, soy capaz de despegarme de mí misma y gritar desde un cuerpo astral que necesito otro universo, paralelo quizás, donde poder caer muerta. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario