martes, 27 de noviembre de 2012

La flauta de las vértebras, Maiakovski

 
[…]
Olvidaré el año, el día, la fecha.
Me concentraré, solitario, ante una hoja en blanco.
¡Que nazca la magia inhumana de las palabras
iluminadas por el sufrimiento!
Hoy, apenas entré en la casa
sentí
algo extraño en ella.
Algo escondías en tu vestido de seda,
y en el aire flotaba un olor a incienso.
¿Dichosa?
Frío en alguna parte
“con toda seguridad”.
La inquietud hace temblar la muralla de la razón.
Ardiendo y febril acumulo desgracias.

Montmartre semble triste et les lilas sont mortes.


sábado, 24 de noviembre de 2012

En busca de la implosión

Algunos se encierran en el baño para masturbarse, otros para llorar en silencio, agonizando frente al espejo con los labios sangrantes.

Y no, consuelo no es lo que se busca en el espejo, sólo delicia en lo oscuro, el contraste del rojo con el gris infinito.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Cortázar y la parte deliciosa de la melancolía

'No estábamos enamorados, hacíamos el amor con un virtuosismo desapegado y crítico, pero después caíamos en silencios terribles y la espuma de los vasos de cerveza se iba poniendo como estopa, se entibiaba y contraía mientras nos mirábamos y sentíamos que eso era el tiempo.'

Frase que llevo años ya escuchando como sample en una canción, de las pocas que hacen que se me derrita el alma por su grandeza, y resulta que la tenía oculta 'Rayuela' en su capítulo dos. Hecho que añadir a 'Pequeñas sonrisas al día', 'Implosiones'. 
Me recuerda a alguien que fui y que por suerte, y por desgracia, no soy ya,
                    a la sensación de hojas secas y mojadas por la lluvia alfombrando un suelo otoñal. 
                             a una melodía que siempre acaba por oprimirme y engrandecerme.

Todo a la par, el Big Crunch de un instante en delirio.

martes, 20 de noviembre de 2012

martes, 13 de noviembre de 2012

Orgía.

Se fueron todos los invitados. Delirio tenía prisa, Locura estaba cansada. Tristeza volvía a casa en el coche con Melancolía. Todos estaban extenuados ya. La fiesta contaba con demasiadas botellas vacías y horas perdidas en la memoria. El humo estaba condensado en el salón. Algunos tenían cuarto en mi casa, les había preparado camas porque vivían lejos y así podrían emborracharse a placer. Soledad durmió bien calentita en la habitación del fondo. Alegría había ido agotando su energía hasta caer rendida sobre el sofá, con Encanto agarrado a su cintura. Me acordé de lo pronto que se fue Timidez, antes de que Desenfreno se subiera a la mesa como si fuera una tarima. Felicidad, por su parte, ni siquiera vino. Miedo me deleitó, pasé con él un rato maravilloso, encerrados en el baño. Me recorrió de arriba abajo, luego lo eché de menos. Me consolé con el apasionamiento de Ansiedad y sus ganas transformadas en asfixia. 
Hubo más invitados, lo cierto es que fue una gran fiesta. Una gran orgía, bella y repleta de cotilleos. Todos me entregaron algo, me embaucaron con sus labios en algún momento de la noche, de algunos llegué a enamorarme espontáneamente. 
Más tarde, cuando todos estaban dormidos ya, o haciendo cosas fuera de mi jurisdicción, aunque no me preocupé mucho de averiguarlo, sigilosamente, se metió bajo las sábanas Incomprensión, y me hizo el amor muy despacio, con mucho cariño, con muchas ganas. Con un par de besos suyos sobre mi frente, acabé por quedarme dormida escuchándole respirar. Amanecí con otro beso suyo, que no prometía ni lo eterno ni ser el último. 
Al día siguiente fue una dura jornada de limpieza.

domingo, 11 de noviembre de 2012

viernes, 9 de noviembre de 2012

Variación de alegrías de papel.

La tarde se aparece infinitamente triste bajo la lluvia. Y ya no sé si yo con ella o ella conmigo, pero cada gota de agua que cae, persiguiendo a la anterior hasta impactar contra el éxtasis terrestre, lleva sobre sí ese halo irenemente raro, de días en que casi puedo rozar mi alma con la punta de los dedos. Casi podría asegurar que cada una de esas ínfimas gotas tiene mi mismo nudo en el estómago. 
La tormenta me absorbe en su sonido al golpear en la ventana, en sus pequeños y tímidos truenos, en sus ahogados relámpagos. Noto esa electricidad casi mía. En mis venas. En el café que se va terminando y en mi silencio que perdura. 

Ahora mismo podría hacerme un refugio en tus lunares, y seguir allí el silencio.

La exquisitez de los días grises, que reside en el leve crujir de una página al contacto con mis dedos, en el roce de la  cucharilla con el borde de la taza. A veces mis dedos contra el piano. A veces mis dedos sangrantes sobre el papel. 
A veces la delicia está escondida en la contemplación del movimiento de las nubes, del viento acariciando los olivos y las gotas haciendo carreras en la ventana.
Me hundo, después de meses de casi olvido total, entre las páginas de los libros de mi querida EMV, compañera de luz cinérea atravesando todas las dimensiones. La del tiempo, la del espacio, la de la muerte. Allí me vuelvo a encontrar con esa parte del universo que guardo en el armario todo el verano hasta que llega el otoño. Casi imagino sus palabras, con la sangre por tinta, susurradas al blanco folio, y me pierdo en el infinito de sus lágrimas que hace ya tiempo andan medio secas. 
Y podría seguir divagando toda la tarde si no fuera porque se me enfría el café, y porque mis ganas de escribir este sentimiento silencioso está tornando en otra clase de impulsos eléctricos dentro del estómago...

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Blablablah...

Que hay que entender, que cuando el viento pide las buenas noches enredándose, jugueteando por cada centímetro del Paraíso, no pide palabras. Con piel de gallina le basta. El roce de cada pelillo en pie de guerra le basta. Le basta pero no es que sea pedir poco... En este infierno de hielo que se alza desde la punta de la lengua al infinito, donde no existen las sonrisas que no sangran ni tampoco la música celestial de los astros alineándose -se quema, arde, se evapora, desaparece...-. En este infierno donde los muros callan el rumor del romper de las olas contra el abismo, el furioso batir del agua contra la inmensidad. 
Que el viento lo tiene difícil cuando trata de colarse por las nucas y producir un efímero universo que luche contra el inmortal infinito. Pero, incansable, sonríe al acariciar desde los dedos hasta las narices de todos los grises seres que se resisten. El viento es, a veces, inmortal también, y no le importaría perseguir durante toda la eternidad ese instante en que un chispazo prendiera la locura de todo el Universo. 
Que sí, que la lluvia golpea mientras se pasea a cielo abierto. Sin horizonte, sin ojeras. Sólo nubes -esponjosas, de mil sabores-, que se deslizan mientras se pierde el sentido, mientras los pies van perdiendo su blancura en el barro. Los dedos siempre helados y con ganas de más. No sé qué tendrá ese despiste de huracán que enciende el fuego que la razón acalla y explota como fuegos artificiales, asustando hasta al último milímetro de una sonrisa inquieta. 
Que ya no sé ni lo que digo...

domingo, 4 de noviembre de 2012

Araw.

Es difícil no verlo en días grises. Casi imposible no percatarse de ese brillo que parece mucho más intenso rodeado de nubes, de ceniciento encanto.