jueves, 6 de diciembre de 2012

Efímero.

Desnudos cobramos un sentido especial. Frente al espejo. Tras el vaho del agua caliente. Nos creemos más guapos y nuestro brillo nos delata. Y más si lucimos nuestra fría tristeza y un recuerdo de nuestra figura encorvada, encogida bajo el peso de la ropa y de las capas de miseria. Ser mejores se nos muestra menos inalcanzable.
No juzgamos, no pedimos. Se asume el revoltijo en el pelo, los huesos bajo la luz de la bombilla relucen mágicos, creamos una línea que comienza en las caderas y acaba en algún punto del infinito. Tras el cerrojo el mundo es otro, menos cálido, menos mundo quizás... 
Disfrutemos de los coloretes callados que aparecen en nuestras mejillas, pues tardarán poco en extinguirse. Disfrutemos de cada poro en pie de guerra, contemplando su  propio reflejo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario