A veces parece que podríamos cambiar, que serviría de algo ir esquivando debilidades toda la vida, dejar de ser hielo y miseria. Y huimos, y somos como lunas, viviendo sonrientes en la luz de otros, en el calor de otros que nos hacen ser personas, y es lo único que importa, porque sólo en esa luz somos paz. Serenidad. Y caos siempre. ¿Qué hacemos si no somos superhombres más que a ratos? Las riendas ya hace rato que se escaparon, que ardieron y nosotros con ellas.
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