miércoles, 22 de abril de 2015

Ventanas...

Cada día más extraña, o más extrañada de los demás. Abre la ventana, no demasiado, que no se me caiga el alma. Que se me muere de vértigo. Tenemos la mala costumbre de arder cada noche y nuestras cenizas, que nos recomponen a veces, nuestras tiritas. Vértigo, vértigo. Déjame sola y cierra la ventana, que me enamoro del viento. Me basta respirar para consumirme, para sonreír tontamente, vencida, sobre los restos de eso que fui durante el día. Abre la ventana, que se seque la sangre. 

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