jueves, 2 de junio de 2016

Porque sí

Hoy, como un día cualquiera, estoy irenemente triste. Tristeza que confundo con agobio, que mezclo con apatía, que arrastro con rabia, que siento con monotonía, que camuflo en indiferencia. Para que al final todo sea cansancio y acabe en el vértigo atrapado en las muñecas. Que todo acabe en un instante lleno de dolor que llega, que pasa, que ignoro y que olvido. Y después... el viento. La terrible y maravillosa distancia entre tú y yo, entre mis pies y la sonrisa apática de cuando no hay nada que decir. De la aridez de mi ser deslizándose hacia la noche con el pelo alborotado y cada fibra rendida a la impotencia de la tristeza cansada. Monótona y única, como siempre y casi nunca. Hoy, como cualquier otro día, no encuentro la cura a mi miseria. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario