viernes, 17 de enero de 2014

Juliet.

Lo estúpidamente inquietante que resulta que cuando más bella me veo (bella de aura, de elegancia y delicadeza) es cuando, enrojecidos los ojos de llorar por nada y por todo, aparece el color en mi rostro, en la mitad que no permanece escondida bajo el pelo enredado por cualquier excusa, alborotado, como mis ganas de no ser, de no estar. Invisibilidad, eso anhelo  cuando casualmente más guapa me veo. Estallar en el vacío, en un silencio atronador que me deje ser sin estar, callada, mientras me deleito en la agonía de los segundos que van pasando entre el espejo y mi confuso reflejo.

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