Aquí, donde se erigen
las delimitaciones
del tiempo, está el origen
de sus devastaciones.
Esta absurda impostura
en que abortada yace
la conciencia futura
del hombre, que se hace
hombre para la ausencia
constante de sí mismo;
esta humana demencia
que incita al paroxismo
y esta precariedad
que el corazón horada
desde esta realidad
que se trasluce en nada,
en nada..., en la materia
que tan solo presiente
vestigios de miseria
definitivamente.
Javier Cano
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