jueves, 19 de julio de 2012

Buenos días

A veces se me olvida que me gusta escribir. Y me encanta que el mundo se quede callado y quieto por las mañanas. Tibio en mi sonrisa de buenos días. Me gusta sentir que no hay palabras para ese instante en que me voy despertando suavemente y el universo conspira en su callado aleteo. 
Algunas mañanas deseo fervientemente que no existan las palabras. Sólo el sencillo idioma de los suspiros, tal vez el de las caricias. A veces me dan ganas de silenciar todas esas palabras que hablan de la belleza del mundo y de su locura. Palabras que no cobran sentido hasta ser eliminadas. 
Quietud. Silencio. Para ese momento en que, aún atontados por los sueños que potagonizamos por la noche,  nos creemos capaces de todo. 

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