domingo, 27 de noviembre de 2011

Save my soul...

Lo que aún no me explico es cómo lograste deambular por la planta baja de mi alma tantos minutos. Me robaste un par de folios y luego negaste conocerme cuando quise mirarte a los ojos.
 Prometí después escribirte lo que quisieras en folios que podrías llevarte a tu antojo y entonces diste media vuelta y desapareciste, dejándome a solas con todos los folios inmaculados tirados por el suelo. Eso hace enfadar a cualquiera, claro está, pero yo no tuve en cuenta que mi boli hubiera atravesado los folios. No sé qué es peor.
Ahora te asomas por las esquinas, creándome casi un principio esquizofrénico. Cada día me repito que no tengo cura para poder sobrellevar todos mis errores. Me marco un ritmo frenético que casi no puedo seguir para dejarlo todo en el cajón más profundo de mi memoria.
Pero en fin, ¿qué más da? Las palabras me hacen de flotador, de veneno de serpiente puestas en mi lengua.

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